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Bajo la alfombra de la disrupción

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Los nuevos modelos de negocio, tan admirados y fascinantes, rompen con hábitos del pasado pero lo hacen también con la estabilidad y la salud de cientos de miles de trabajadores

 

La cara amable de la tecnología oculta a menudo una cara B que ni vemos ni queremos ver, alejada como está del foco deslumbrante del progreso.

La cara A es la de la comodidad, la rapidez, la eficiencia, la disrupción… En la cara B se acumula la precariedad y la explotación laboral que sustenta la cara A, el deterioro de los derechos humanos o los daños a la sostenibilidad social, económica y medioambiental.

La disrupción se asume no sólo como un factor positivo sino como un dogma de fe, una supuesta verdad incontestable que impulsa el progreso. Cualquier crítica o reparo hacia ella se entiende como una necedad reaccionaria. Una fe tecnológica que rompe con hábitos del pasado pero que se desentiende de las roturas sociales que provoca. Infundido por el entusiasmo de la disrupción, el progreso se va construyendo sobre una alfombra bajo la cual se acumulan los cristales rotos de las precariedades humanas.  

 

Catálogo de roturas

A modo de denuncia, el magazine Noema del Instituto Berggruen acaba de publicar un compendio de las precariedades laborales que provoca el desarrollo de la inteligencia artificial. Una de sus autoras es Timnit Gebru, la investigadora en ética que fue despedida de Google hace un par de años. Otras publicaciones lo han hecho sobre las condiciones de trabajo de los moderadores o incluso de los creadores de contenido en las redes sociales.

Ejemplos no faltan:

Etiquetado de datos. El desarrollo de la inteligencia artificial se nutre de una gran cantidad de empresas especializadas en el etiquetado de datos. Identifican a diario miles de imágenes de animales, objetos, personas… para que la inteligencia artificial pueda reconocerlas. Son trabajos muy repetitivos, supervisados, a menudo, por mecanismos que penalizan cualquier distracción. Las hay por todo el mundo pero la mayor parte se ubican en países pobres, como Venezuela donde se concentra el etiquetado para los sistemas de reconocimiento de imágenes en coches autónomos, o Bulgaria, donde refugiados sirios alimentan los sistemas de reconocimiento facial. También los hay en India, Kenia, Filipinas o México. 

Moderación de contenidos. Los moderadores son los responsables de marcar el contenido que una plataforma considera inapropiado. Su trabajo también se usa para entrenar a los sistemas automatizados que contribuyen a filtrar esos mismos contenidos. Cada video de un asesinato, suicidio, agresión sexual o abuso infantil que no llega a una plataforma ha sido visto y marcado por un moderador de contenido o un sistema automatizado entrenado con datos probablemente proporcionados por un moderador. Los trabajadores que realizan estas tareas sufren a menudo de ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático debido a la exposición constante a un contenido horrible.

En algunos casos son monitorizados y castigados si se desvían de sus tareas repetitivas prescritas. Por ejemplo, los moderadores de una empresa subcontratada por Meta en Kenia disponen de 50 segundos para tomar la decisión de filtrar un contenido violento o inapropiado. Se les penaliza si lo hacen en más tiempo o se equivocan en su decisión.

Logística. Tener a mano cualquier producto que desea un ciudadano y entregárselo con la máxima celeridad son factores determinantes en la competitividad del comercio electrónico. Eso supone disponer de almacenes altamente automatizados y estratégicamente distribuidos que no solo funcionan con robots, también con personas cuyo trabajo sigue siendo esencial.

Trabajadores en almacenes de Amazon han denunciado reiteradamente que deben realizar tareas repetitivas que ponen en riesgo su salud al hacerlo bajo la presión de una vigilancia constante, rastreados mediante cámaras y escáneres que comprueban si cada tarea se ha ejecutado en los tiempos que las gerencias consideran suficientes. Las desviaciones se penalizan. Ir al baño más de lo estipulado, también.

 

Almacén de Amazon en San Fernando de Henares. Foto Alvaro Ibañez

 

Reparto de mercancías. Seguimos en Amazon. Al igual que los trabajadores de sus almacenes, a los repartidores también se les monitoriza a través de sistemas automatizados de vigilancia. Una aplicación llamada Mentor puntúa las supuestas infracciones. Las previsiones ajustadas de los tiempos de entrega inducen a muchos conductores a tomar más riesgos de los debidos para asegurar el reparto de la cantidad de paquetes asignada. 

En 2020, los conductores de Amazon en EE. UU. sufrieron un 50% por ciento más lesiones y accidentes que sus homólogos de UPS. En 2021, un 18,3% de conductores de Amazon sufrieron lesiones, casi un 40 % más que el año anterior. 

En España, plataformas de reparto como Glovo y ahora también Uber Eats desafían la legislación que obliga a incorporar a los repartidores en plantilla y los siguen contratando como autónomos. En los almacenes de las plataformas que prometen una entrega ultrarápida como Getir y hasta hace unos meses Gorillas el ritmo de trabajo es frenético.

Influencers y creación de contenidos. La semana pasada la streamer Amouranth denunciaba que su marido la obligaba a estar 24 horas en Twitch y Onlyfans para mantener la audiencia y, en consecuencia, el nivel de ingresos. Otros muchos creadores se pasan el día subiendo videos a TikTok u otras redes con la intención de convertirlo en una profesión pero no pasan de remuneraciones irrisorias a pesar de tener cientos de miles de seguidores y dedicación casi exclusiva. 

En diversos países, pero en Colombia especialmente, se ha desarrollado toda una industria de contenidos eróticos online al que se prestan miles de jóvenes, sobre todo mujeres, con la esperanza de alcanzar los suficientes tokens diarios convertibles en dólares que les permitan sobrevivir. Para la explotación del negocio se montan estudios con habitaciones equipadas con los instrumentos de conexión, se contratan técnicos y supervisores, etc… Entre la compensación a las plataformas y a los estudios, los porcentajes que se llevan las “modelos” son mínimos.

También la mendicidad y la desesperación nutren el negocio de las redes. Una investigación de BBC News ha descubierto que TikTok recibe hasta el 70% de las donaciones realizadas a través de su aplicación a cientos de familias desplazadas que viven en campamentos de refugiados en Siria.

Fabricación de dispositivos. Más conocidas son las deplorables condiciones en algunas fábricas de componentes electrónicos del sudeste asiático subcontratadas por los gigantes tecnológicos. En los últimos años, la presión de las denuncias ha ido suavizando algunas prácticas esclavizantes pero cuando la pandemia disparó la demanda de dispositivos se olvidaron las reglas y se incrementó la producción a cualquier precio. Fue el caso de los trabajadores de Samsung en Vietnam que durante la pandemia tuvieron que vivir dentro de las fábricas para atender el incremento de pedidos. 

Los modelos de negocio disruptivos que ha permitido el uso intensivo de la tecnología digital, tan admirados y fascinantes, rompen con vicios y carencias del pasado pero lo hacen también con la estabilidad y la salud de cientos de miles de trabajadores temporales, precarios y mal pagados que se agarran a las plataformas como única vía de supervivencia. Son los cristales rotos que se acumulan debajo de la alfombra de la innovación y el progreso tecnológico.

Joan Rosés

1 comments
  1. En el caso de Uber, el CEO sacaba pecho (internamente) de que la companyia era ilegal. La corrupción corre por las venas de empresas como Uber y Amazon, así que no es de extranyar que exploten a los trabajadores de esta manera. Creo que en Espanya se hizo bien de parar Uber al principio, y luego con el resultado de la sentencia en el caso de Glovo.

    https://www.politico.com/news/2022/07/10/uber-investigation-global-expansion-00044914

    El caso Hot Tub es curioso. Lo he seguido de reojo porque un amigo trabaja en Twitch. Resulta que gente como Amouranth empezó por hacer videos del estilo en sus canales, pero luego varios publicistas presentaron sus quejas sobre no querer su publicidad asociada con ese contenido. Así que Twitch creó una categoría dedicada exclusivamente para ese contenido, la de Hot Tub, de manera que los publicistas pudiesen decidir o no si exponer su publicidad ahí. Por otro lado, en estos canales siempre ha habido trolls y acoso, pero la empresa mantiene una linea muy gris entre lo “sexualmente sugestivo” y lo “explícitamente sexual”, o entre el “abuso a mujeres” y la “libertad”. El resultado es una especia de pseudo-porno trastornado donde tenemos que imaginar que los millones de dólares que ingresa Amouranth cada anyo no son porque sus visitantes estén para nada interesados en sus pechos, sino que deben sacar profundas conclusiones de los versos de Shakespeare que les debe recitar Amouranth mientras se bebe una copa de vino semi-desnuda en una piscina inflable, a la vez que debemos de imaginar que no hay otras tantas mujeres intentando emularla y quedándose por el camino — excepto que lo que suben a Internet se queda grabado para siempre. No sé yo si eso es libertad, pero a mí no me lo parece.

    https://www.theverge.com/2021/5/21/22447898/twitch-hot-tub-category-launches-amouranth-advertising
    https://blog.twitch.tv/en/2021/05/21/lets-talk-about-hot-tub-streams/

Responder a Marc

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