@sabatenric

La ciudad, en todas las batallas

0 Shares
0
0

La ciudad se ha convertido en el centro donde impacta con mayor crudeza la disrupción tecnológica. Donde más oportunidades aporta el mundo digital y los nuevos modelos económicos asociados pero donde más conflictos genera. Las grandes batallas tecnológicas se libran en las ciudades.

Las ineficiencias de las concentraciones urbanas provocadas en gran medida por la congestión estimula las “glándulas disruptivas” de las grandes corporaciones tecnológicas. Pisos, habitaciones o espacios de oficinas vacíos buena parte del día o del año son un apetitoso reclamo para inventar soluciones que mejoren su ocupación; vehículos infraocupados o estacionados en garajes la mayor parte del tiempo son materia de mejor aprovechamiento; una capacidad ingente de generación de datos y conocimiento están a disposición de quien sepa entenderlos, usarlos y hacer negocio con ellos….

Barcelona, en su afán por convertir la ciudad en un referente de la tecnología digital mundial, por lo menos a nivel congresual y expositivo (Mobile World Congress, Smart City Expo) apostó en su momento por aprovechar el tirón de los grandes congresos para generar un ecosistema de empresas digitales innovadoras vinculadas a la movilidad y la smart city y ofrecerse como laboratorio, lo que despertó el interés internacional.

Un reciente estudio de la multinacional Philips situaba Barcelona como la tercera ciudad con mayores posibilidades en el mundo para implantar tecnologías smart city, detrás de Singapur y Londres. El estudio aseguraba que se podrían generar 45.000 empleos vinculados a  estas tecnologías.

La ciudad, vista como un buen negocio

En los últimos tres años se han invertido en el mundo unos 75.000 millones de dólares en tecnologías urbanas, lo que supone un 17% de las inversiones en capital riesgo realizadas a nivel global. Se entiende por tecnologías urbanas las relacionadas con la vivienda y el trabajo compartidos, la movilidad y el transporte urbano, la entrega y reparto de productos, el Internet de las cosas vinculadas a la ciudad, y la construcción y la gestión inmobiliaria.

La tecnología urbana atrae más fondos de capital riesgo que el sector farmacéutico y la biotecnología ($ 16 mil millones en 2017) o la inteligencia artificial ($ 12 mil millones en 2017), según Richard Florida, editor de Citylab. El 60 por ciento de estas inversiones se concentran en la movilidad (Uber, Lyft, Cabify…)

Pero como toda disrupción crea tensiones y cualquier batalla causa heridos, el afán por la smart city descompone los modelos tradicionales de gestión, negocio y convivencia de las ciudades. Las tensiones más crudas y visibles se libran en el ámbito de la movilidad (VTC/Taxis) y vivienda (pisos turísticos/habitantes). Las no tan visibles se libran en el terreno del acceso y la propiedad de los datos que generan los ciudadanos y los algoritmos que se aplican en las aplicaciones de inteligencia artificial.

Imagen de la Bienal Ciutat Oberta

La ciudad a debate, tres citas en Barcelona

En este contexto, los gestores de las grandes ciudades se debaten sobre cómo deben encauzar el empuje tecnológico que las ha convertido en atractiva golosina para grandes corporaciones privadas.

Este otoño, Barcelona organiza tres citas que analizarán los retos de futuro de la ciudad. Este lunes, 15 de octubre, se inicia un intenso ciclo de charlas y coloquios denominado Ciutat Oberta que tiene su máxima intensidad durante la semana pero que prolongará sus actividades hasta fin de año.

Entre el 13 y el 15 de noviembre la Smart City World Expo reunirá expositores y congresistas de todo el mundo. El lunes 12, representantes de más de 30 ciudades se congregarán en la Sharing Cities Summit  para debatir sobre los desafíos y compartir medidas. Y como anticipo de la Expo, del 5 al 11 de noviembre la Smart City Week acogerá más de 50 actividades distribuidas por toda la ciudad destinadas a aportar una reflexión más humanista de la oportunidad tecnológica.

Los 5 desafíos de la “inteligencia” tecnológica

Las ciudades se enfrentan al reto mayúsculo de encauzar una disrupción impulsada por corporaciones globales privadas que han alcanzado un poder económico superior al de muchos estados y, por supuesto, al de las propias ciudades. Y lo hacen con una capacidad normativa limitada y supeditada a otras instancias, la comunidad/región, el estado y, en Europa, la Unión Europea. Inmersas en los múltiples problemas que genera la congestión y el crecimiento, las ciudades deben enfrentarse ahora a golosos gigantes tecnológicos, y lo hacen en muchos casos con las manos atadas y espadas de madera.

Analizado en detalle, ese reto mayúsculo puede desglosarse en otros cinco desafíos:

1. Preservar los servicios públicos y los bienes comunes en contraposición a la tendencia liberalizadora de los nuevos modelos que impulsan las grandes corporaciones privadas.

2. Evitar el desbordamiento de los equilibrios tradicionales del tejido comercial y convivencial. Véanse los conflictos por la implantación de Uber o Airbnb o la aparición de nuevos modelos de ciudad impulsados por grandes corporaciones privadas como es el caso de Seattle (Amazon) o Toronto (Google).

3. Recuperar la soberanía de los datos que genera la ciudadanía, hoy por hoy masivamente transferidos a las multinacionales.

4. Transformar la gestión municipal mediante herramientas y procedimientos digitales que connecten bases de datos públicas, agilicen y actualicen los mecanismos de contratación pública, impulsen la participación ciudadana y garanticen la transparencia.

5. Impulsar la creación de ecosistemas innovadores a nivel local (universidad/empresa/trabajo) que permitan afrontar con garantías retos tecnológicos de futuro como la robotización, la inteligencia artificial, las cadenas de bloques, la impresión 3d, la economía de plataformas…

Photo by Anastasiia Tarasova on Unsplash

Las imprescindibles alianzas

Ante tanta acumulación, las ciudades se enfrentan a estos retos de manera individual, mediante estrategias propias orientadas a paliar sus problemas específicos, y de forma colectiva mediante el debate conjunto y las alianzas.

Barcelona dispone de un plan digital de ciudad propio en el que se abordan algunos de estos retos pero comparte también el debate en el seno diversas alianzas internacionales. Precisamente, durante la Sharing Cities Summit de noviembre se presentará una declaración común de más de 30 ciudades que “establecerá mecanismos de colaboración entre ciudades en términos de regulación y negociación con grandes plataformas que generan impactos disruptivos en la ciudad así como políticas de promoción y ocupación con el objetivo de crear una campaña de promoción internacional para conectar el trabajo de cada ciudad”. Barcelona también es miembro de la organización 100resilientcities.org  impulsada por la Fundación Rockefeller.

Estrategias parecidas se acometen en otras metrópolis. Por citar algún ejemplo, Nueva York ha creado una Task Force para explorar el uso de algoritmos en la vida ciudadana y a su vez ha impulsado la coalición Cities of service en el que participan esencialmente ciudades norteamericanas y algunas europeas.

En Europa, Londres, Estocolmo y Amsterdam lideran el ecosistema digital e impulsan iniciativas empresariales y ciudadanas basadas en la economía digital.

Es hora de reemplazar la retórica vacía de “construir un mundo mejor”

También cabe mencionar la Carta de Copenhague, una iniciativa que ha recogido unas 5.000 firmas entre tecnólogos, artistas e intelectuales de la capital danesa y en la que se afirma:

“Es hora de asumir la responsabilidad por el mundo que estamos creando. Es hora de poner a los humanos antes que los negocios. Es hora de reemplazar la retórica vacía de “construir un mundo mejor” con un compromiso con la acción real. Es hora de organizarnos y de responsabilizarnos mutuamente. La tecnología no está por encima de nosotros. Debería ser gobernada por todos nosotros, por nuestras instituciones democráticas. Debería implantarse con las reglas de nuestras sociedades. Debería satisfacer tanto nuestras necesidades individuales y colectivas como nuestros deseos”.

Lewis Mumford

En su monumental tratado sobre La Ciudad en la Historia, Lewis Mumford, decía en 1961: “Toda institución metropolitana que tiene éxito repite en su organización el inexplicable gigantismo del conjunto. Al reaccionar contra las antiguas condiciones de escasez, la economía metropolitana pasó, así, al otro extremo y concentró su atención en la cantidad, sin preocuparse de la necesidad de regular el ritmo, o asimilar la novedad. Lo orgánico, lo cualitativo y lo autónomo quedaron reducidos a una posición secundaria, cuando no se les aplastó en todos los terrenos”.

En ese debate estamos.

Collateral Bits
3 comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *