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8 de marzo de 2023

Esta semana:
- El futuro de las criptomonedas es incierto. Apenas tienen valor de cambio.
- Con IA se puede escribir un libro en un día. Falta que sea bueno pero Amazon los vende.
- La tecnología de la comunicación y el entretenimiento tiene un alto coste ambiental.

Incierto futuro de las criptomonedas

La garantía de una moneda tradicional está en la credibilidad que ofrece el país o la institución que está detrás de ella.

La única garantía de las criptomonedas es la confianza que se tenga en ellas. No tienen más respaldo que las expectativas de oferta y demanda. Detrás solo hay un complejo sistema informático, basado en la tecnología blockchain. Nada más.

Como inversión, hay que ser plenamente consciente de que es un producto especulativo, cuyo valor no está respaldado por ningún activo, país o institución.

Cuando detrás no hay nada de valor, al final es muy posible que la burbuja explote. Ya pasó con los sellos y pasará con aquello que se sobrevalore de manera exagerada.

Artículo de Jorge Pelegrín Borondo, profesor de la Universidad de La Rioja.
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Brett Scott: Hay que defender el dinero en metálico

El ex agente de bolsa, antropólogo y activista financiero Brett Scott publicó el año pasado el libro Cloud Money. Efectivo, tarjetas, criptomonedas y la lucha por nuestras carteras, del que ya dimos una referencia en el boletín del 28 de septiembre.
Recuperamos algunas de sus ideas recogidas en una reciente entrevista en El Salto.

Si desapareciera el dinero en metálico lo primero que notarías es que toda tu capacidad de interactuar con cualquier aspecto de la sociedad dependería de obtener la aprobación de una serie de instituciones privadas.

Google o Apple no compiten por el dinero en metálico. Es un territorio que no controlan. Su industria depende de que todo el mundo se vaya convirtiendo poco a poco a esa forma de ser que necesita de su intermediación.

El sistema cripto se vuelve políticamente interesante cuando, por ejemplo, ayuda temporalmente a alguien que está excluido del sistema financiero tradicional. Pero de ahí a decir que va a acabar con el dólar, como defienden algunos, hay una gran diferencia. Dado que tiene un valor muy volátil y especulativo no puede tener un valor de cambio.

    Si ya se publican muchos libros, espera y verás

    A mediados de febrero ya había más de 200 libros electrónicos en la tienda Kindle de Amazon en los que ChatGPT constaba como autor o coautor.
    La cifra aumenta diariamente, pero dado que muchos autores no lo revelan, es casi imposible obtener un recuento completo de cuántos libros se han escrito con inteligencia artificial. Reuters
    • Escribir un libro al día. Un autor conocido como Frank White demostró en un video de YouTube cómo creó en menos de un día una novela de 119 páginas titulada “Galactic Pimp: Vol. 1” sobre facciones alienígenas en guerra. Según White, cualquier persona con suficiente tiempo y recursos podría producir hasta 300 libros similares cada año. Metanews
    • Libros malos, reseñas falsas. Es probable que estos libros sean malos y se vendan muy poco, a no ser que se usen chatbots para generar reseñas falsas, un problema que Amazon aún no ha resuelto.

    ¿Es posible detectar textos creados por IA?

    Surgen las iniciativas destinadas a detectar ChatGPT y automatismos parecidos.
    Unos investigadores de la Universidad de Stanford han creado DetectGPT, un programa que, según afirman, puede determinar con hasta un 95 % de precisión si un modelo de lenguaje escribió un ensayo o un mensaje en redes sociales. Otra iniciativa es GPTZero, también reciente pero ya algo más extendida.
    • Las hemos probado. Introdujimos un mismo texto generado en inglés por una IA en ambas soluciones. DetectGPT concluyó que podria haber sido generada por IA pero no lo creía. En cambio, GPTZero nos pilló.

    El coste medioambiental de la diversión

    Un reciente artículo publicado en The Guardian se hacía esta pregunta: ¿Podrían ser los medios de comunicación el verdadero enemigo de la sostenibilidad?

    La idea de que vivimos en un mundo desmaterializado no sólo es exagerada: está haciendo más mal que bien. Desde desechos electrónicos hasta uso de minerales conflictivos, los nuevos medios dejan una huella imborrable.

    El impacto ambiental de los medios no se limita a la era digital. Desde la invención de la imprenta, la tecnología que requieren ha generado ingentes cantidades de residuos.
    • Cine. Kodak, la empresa que llegó a ser el principal fabricante de celuloide también era en el año 2000 la principal fuente de patógenos del estado de Nueva York por sus vertidos al río Genesee.
    • Televisión. Según algunos estudios, los televisores son uno de los productos manufacturados más difíciles de reciclar. Como ocurre con la mayoría de aparatos electrónicos, los desechos se acumulan en vertederos de países del Sur.
    Y si a todo ello le añadimos la ingente cantidad de móviles, tabletas y dispositivos digitales es necesario convenir que "el coste de toda esta diversión debe medirse no solo por el precio de las aparatos que la posibilita, si no por los desechos electrónicos que genera".

    Confinamientos insostenibles

    El uso de Internet aumentó hasta un 40 % en todo el mundo durante la pandemia, según un estudio publicado en la revista Resources, Conservation and Recycling.

    Este aumento de la actividad digital provocó una demanda de hasta 42,6 millones de megavatios-hora de electricidad adicional para alimentar los centros de datos y servicios en la nube.
    • Si el trabajo remoto y otros requisitos de distanciamiento físico hubieran continuado hasta 2021, se hubieran generado 34,3 millones de toneladas adicionales en emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en todo el mundo. Para compensarlas se hubiera necesitado un bosque del doble de tamaño de Portugal. La cantidad de agua consumida hubiera llenado 317.200 piscinas olímpicas. Yale News
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