¿Nos enfrentamos a una crisis pasajera de la confianza o estamos ante algo más serio? #CollateralTrust analizará el impacto digital en la confiabilidad y la cohesión social
Collateral Bits – Preocupa cada vez más el aumento de la desconfianza en la vida social, política y económica.
La convocatoria de nuevas elecciones en España se debe, parece, a un problema de falta de confianza. El PSOE desconfió de sentar a Podemos en el Consejo de Ministros. Podemos exigió estar en el Gobierno porque desconfiaba si no lo podía controlar desde dentro y desconfió de que la vicepresidencia y las carteras que les ofrecían tuvieran contenido real. Por descontado, la oposición desconfiaba.
En el ámbito económico, la OCDE reclama que los políticos intensifiquen sus esfuerzos para aumentar la confianza en las finanzas y los negocios a fin de «reducir los riesgos de contagio» si el crecimiento económico continúa desacelerándose. La propia OCDE convoca el Forum Trust in Business el 1 de octubre, en París.
El Edelman Trust Barometer 2019, el estudio más amplio que se realiza a nivel mundial, apunta un descenso en el índice general de confianza. España no sale muy bien parada de este estudio. Aparece con el índice más bajo del mundo, tan sólo por delante de Japón y Rusia tras perder siete puntos.
También las últimas encuestas del CIS constatan un descenso tanto de la confianza en la política como en la que dicen tener los consumidores.
¿Qué está ocurriendo? ¿Nos enfrentamos a una avance coyuntural de la desconfianza o estamos ante un problema más profundo?
Relacionarnos con la complejidad
La confianza es un concepto transversal que afecta a la relación entre personas, organizaciones o instituciones y que puede ser analizado desde la psicología, la economía, la sociología, la política o la filosofía.
El sociólogo Niklas Luhmann decía que la confianza nos permite relacionarnos con la complejidad del mundo. Como individuos ya no somos capaces de comprender y controlar lo que ocurre a nuestro alrededor. La vida nos obliga a delegar responsabilidades, decisiones y acciones en otros. “La confianza aumenta la tolerancia de la incertidumbre”, decía Luhmann.
El filósofo Carlos Pereda dice que la confianza supone un “abandonarse a otros, tomar riesgos con la esperanza de que cumplan nuestras expectativas”.
La filósofa neozelandesa Annette Baier consideraba que “la confianza es la aceptación de la vulnerabilidad al daño que otros podrían infligir, pero que creemos no ocasionarán”.
Un bien delicado que necesita cuidados
Vivimos en la complejidad y manejarla nos obliga a confiar en los demás. Es muy difícil vivir sin confiar. Nos levantamos cada mañana con la convicción de que nuestra casa sigue en pie, que los coches respetan los semáforos, que en el hospital podrán curarnos o lo intentarán, que en la escuela los niños están seguros… Sin ese nivel de confianza básica la convivencia e incluso la supervivencia resultan imposibles. Imaginemos un país en guerra y entenderemos la pesadilla de vivir sin confianza.
La confianza básica está más o menos garantizada en la parte del mundo que no sufre guerras, miseria o fenómenos climáticos extremos, pero muchas de las relaciones que permiten la cohesión y el progreso son extraordinariamente frágiles y corren el peligro de deteriorarse. La confianza social es un bien delicado que necesita cuidados.
Las conexiones sociales precisan de desconocidos en quien confiar y de terceros que garanticen el buen funcionamiento de las instituciones, el cumplimiento de leyes justas, cuerpos de seguridad honestos, códigos éticos eficaces en colectivos profesionales y empresas, medios de comunicación veraces… Confiamos en personas y organizaciones que no conocemos y le pedimos a gente que tampoco conocemos que garantice el orden social. Si falla la garantía de esos terceros la desconfianza se generaliza. Cuando hay políticos que se corrompen o mienten, religiosos que abusan de niños, medios de comunicación que intoxican o fomentan el odio, policías que se extralimitan, bancos que enmascaran cláusulas abusivas, jueces que olvidan su independencia, o empresas que se exceden en su ambición y engañan a los clientes… la cohesión de la sociedad peligra.
La tecnología, ayuda o distorsión
La aceleración del cambio tecnológico agrega un plus de complejidad a la sociedad. A la presente y a la futura. Por ello será cada vez será más necesario reducir esa complejidad, delegar decisiones y confiar en terceros. Necesitaremos más confianza, no menos. Pero ¿se está dotando la sociedad de los mecanismos que permitan relacionarnos con esa complejidad creciente? ¿Contribuirá el desarrollo tecnológico a crear vínculos confiables o por el contrario será un elemento distorsionador? ¿Qué ocurre cuando es la tecnología el tercero en quien debemos confiar?
En Who Can You Trust, Rachel Botsman, defiende que la tecnología digital abre una nueva etapa gracias a lo que ella denomina ‘confianza distribuida’ en contraste con la ‘confianza centralizada’ propia de la sociedad tradicional. Un ejemplo sería el de la tecnología blockchain mediante la cual las garantías de confianza se fragmentan entre una multitud de agentes. Ya no dependeremos de un tercero único que certifique la validez de nuestras relaciones sino de muchos terceros que alberguen un fragmento de esa garantía.
La captura masiva de datos no es un elemento menor. El informático norteamericano refugiado en Moscú Edward Snowden, que acaba de publicar el libro Vigilancia Permanente, recuerda en una entrevista con Marta Peirano que los gobiernos están delegando esta función de “terceros” en empresas privadas con enorme poder. “Se trata de una delegación de autoridad, voluntaria y deliberada. Y lo que va a ocurrir, puede que no en dos años, pero en los próximos diez, cuando se den cuenta de que han ido demasiado lejos, es que no van a poder recuperar esa autoridad”.
El panorama de la Inteligencia Artificial también es incierto. Son diversos los temores que se entremezclan con las esperanzas que ofrece esta tecnología. La propia Comisión Europea ha encargado que un grupo de expertos proponga líneas de actuación para “una Inteligencia Artificial confiable”. Según la Comisión, podría estar en riesgo el respeto a las leyes, la ética de su aplicación y la robustez y seguridad de su desarrollo.
Y cómo no, también las redes sociales tienen un papel de determinante en la creación de confianza/desconfianza.
#CollateralTrust
Decía también Luhmann que “la confianza se suele presentar como un concepto moderno ligado a sociedades interdependientes y globalizadas, complejas y opacas, en las que crece el anonimato y la presencia de extraños”.
Collateral Bits inicia hoy una serie de artículos que analizarán la relación del cambio tecnológico con la creación de confianza. Los iremos publicando durante los próximos meses y en ellos abordaremos con más detalle la confiabilidad del desarrollo de la Inteligencia Artificial, la oportunidad de las redes blockchain, las redes sociales y la veracidad como elemento indispensable de la creación de confianza, el papel de las empresas y de la confianza como un valor competitivo…
Lo haremos bajo la etiqueta #CollateralTrust que incorporaremos a la difusión de artículos y comentarios en redes sociales. Permaneced atentos a la pantalla.
1 comments
Me parece especialmente relevante la cita de Annette Baier: “la confianza es la aceptación de la vulnerabilidad al daño que otros podrían infligir, pero que creemos no ocasionarán”. Otorgar la confianza a algo o alguien es un arte sutil, porque implica asumir y aceptar la propia vulnerabilidad, asumir que nos ponemos en riesgo. Y hacerlo en base a una creencia: que nos podrían hacer daño, pero que no nos lo harán. El terreno de las creencias, cuáles tenemos, de cuáles somos o no conscientes, cómo hemos llegado a tenerlas, está plagado de minas. Como en tantos otros ámbitos, sabemos menos lo que creemos saber sobre nuestras creencias.
Espero con interés las próximas entradas de #CollateralTrust. Felicitaciones por la publicación.