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Amazon, ¿comprar o no comprar?

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Algunos alcaldes y políticos recomiendan evitar la plataforma norteamericana. Analizamos los “efectos Amazon” en la vida social y económica

Francia. 2N. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, declara: “No compreis en Amazon, es la muerte de nuestras librerías y de la vida de barrio”

El mismo día, Roselyne Bachelot, ministra de Cultura, hace un llamamiento parecido en la cadena de televisión LCI: “Amazon se forra, depende de nosotros que no lo haga”.

Unos días después, políticos de izquierda, ecologistas y personalidades del mundo cultural firman una petición para no comprar los regalos de Navidad en Amazon. “Querido Papá Noel, este año nos comprometemos a un #NoëlSansAmazon“.

Italia: 17N. La organización de comercio minorista italiana Confesercenti y la coordinadora de asociaciones de consumidores Codacons secundan la iniciativa francesa con este lema: “Esta Navidad, compre en las tiendas de su vecindario“.

España. 19N. “Comprar en tiendas de barrio da vida a nuestras ciudades y genera puestos de trabajo. Por ello propongo que no compremos en Amazon: apenas paga impuestos y no da vida a los barrios”, tweet de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona.

Comisión Europea. 9N. La vicepresidenta Margrethe Vestager acusa a Amazon de abuso de posición dominante y anuncia la apertura de un expediente sancionador. 

Estados Unidos. 23N. La revista digital Vice publica que docenas de documentos filtrados del Centro de Operaciones de Seguridad Global de Amazon revelan que la compañía espía a los trabajadores y vigila a sus representantes sindicales. (En Catalunya parece que utilizó al clan Villarejo)

En paralelo se ha puesto en marcha la campaña #MakeAmazonPay promovida por una coalición internacional de asociaciones ciudadanas para que la multinacional mejore las condiciones laborales, haga sostenibles sus operaciones y se comporte éticamente.

De todas estas iniciativas y declaraciones puede interpretarse que Amazon ha vivido un auténtico noviembre negro que podría afectar a su negocio durante la campaña del Black Friday y a pocas semanas de la Navidad. No será así. Su reputación puede que haya quedado algo dañada pero su volumen de negocio aumentará, lleva años haciéndolo. Las declaraciones van a modificar poco los hábitos inmediatos de consumo. Hacerlo requiere tiempo, y en una época en que las restricciones de movilidad fortalecen al comercio electrónico, el castigo parece improbable.

No es una librería

Para la comisaria Vestager, encargada de velar por la libre competencia en Europa, enfrentarse públicamente a los gigantes tecnológicos no es una novedad. Sí lo es que alcaldes y políticos europeos relevantes pidan que la gente no compre en una tienda concreta. Insólito. Pero Amazon es más que una tienda.

Aunque los políticos franceses alzaron su voz para proteger a las librerías y la vida de los barrios, hace tiempo que Amazon ha dejado de ser sólo una librería. Es un hipermercado mundial, un prestador de servicios digitales en la nube (proporciona el 50 por ciento de la capacidad computacional mundial), un productor y distribuidor audiovisual, una plataforma publicitaria, un proveedor de servicios en el hogar, un desarrollador de inteligencia artificial, un gestor de medios de pago, una organización logística, el propietario de una plataforma de retransmisión de videojuegos. En definitiva, un proveedor de infraestructuras digitales. Y probablemente más cosas que todavía no sabemos.

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Fotot: ActuaLitté en VisualHunt

Sus efectos son múltiples y crecientes. Veamos algunos.

Efecto modelo de ciudad

El ecosistema comercial de las ciudades está cambiando fruto de circunstancias diversas, una de ellas el crecimiento paulatino del comercio electrónico. El pequeño comercio tradicional va perdiendo fuelle. Es un desfallecimiento lento pero constante que la crisis del coronavirus ha agravado.

El comercio electrónico contribuye también a la transformación de la movilidad en las ciudades. Furgonetas y repartidores ganan presencia en las calles mientras muchas tiendas bajan las persianas. Un dato: Correos, que sigue siendo el principal repartidor en España, aumentó su distribución de paquetes un 22% en 2019 cuando todavía no había llegado la pandemia.

Hace unos días la patronal UNO Logística anticipaba que durante la semana del Black Friday se superarían en un 30% las entregas del año pasado. Una media de 3,5 millones por día. Más compras por habitante con una exigencia clara: que lleguen lo antes posible y sin gastos de envío. El balance final de ventas ha aumentado un 27%, según Salesforce.

El comercio electrónico repercute en el modelo de ciudad. A raíz del llamamiento de la alcaldesa de Barcelona, Jordi Alberich, ex director general del Círculo de Economía, comentaba que “si la mayoría de los ciudadanos aspira a una ciudad con vida en las calles, lo suyo es apostar por el comercio tradicional. Si, por el contrario, prefiere comprar a través de una app, sin necesidad de levantarse del sofá para seguir viendo su serie favorita, la ciudad será otra”.

El dilema: apostar por una ciudad con tiendas en los barrios, o por una ciudad poblada de furgonetas y repartidores.

Efecto monopolio

Amazon es un imperio económico mundial con una capitalización de unos 1,7 billones de dólares que se ha convertido en el principal canal de distribución no sólo para los productos que vende directamente sino para otros intermediarios que necesitan a Amazon para llegar al mercado. En Estados Unidos, la plataforma mueve el 50 por ciento del comercio electrónico.

La denuncia de la Comisión Europea apunta en esa dirección. Considera que Amazon “ha infringido las normas antimonopolio de la UE al distorsionar la competencia en los mercados minoristas online“. Según la Comisión, la empresa norteamericana “se apoya sistemáticamente en datos comerciales no públicos de vendedores independientes que operan en su mercado en beneficio del propio negocio minorista de Amazon, que compite directamente con ellos”.

Margrethe Vestager, vocepresidenta de la Comisión Europea

Este año, la pandemia ha reforzado la posición de la compañía norteamericana. Hasta septiembre, había facturado 223 mil millones de euros, un 34,9 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior y aumentado el beneficio neto un 69,6 por ciento.

Ahora produce beneficios pero durante años Amazon ha estado generando pérdidas y vendiendo productos por debajo de precio como estrategia para eliminar a la competencia, una práctica que antes de las modificaciones introducidas en los años 80 en las leyes antimonopolio de los Estados Unidos se habría considerado ilegal.

Otra práctica habitual de la empresa consiste en obligar a los distribuidores que venden a través de su plataforma a utilizar sus servicios de logística y distribución.

Amazon se ha convertido de facto en un monopolio y en el regulador de un mercado digital privatizado. Stacey Mitchell, una de las mejores conocedoras de la compañía, titulaba en 2017: “Amazon no solo quiere dominar el mercado, quiere convertirse en el mercado”.

Efecto fiscal

La elusión fiscal forma parte del adn de las grandes corporaciones tecnológicas. En 2019, Apple, Amazon, Google y Facebook pagaron sólo 22 millones de euros en impuestos en España. Facebook o Google apenas superan los 7 millones entre las dos pese a controlar el 80% de la publicidad digital. 

Amazon opera en España a través de tres filiales que prestan servicios de logística, gestión de datos y apoyo comercial, pero todo lo que vende se factura en Luxemburgo, donde tiene la sede. Por las actividades de almacenaje, empaquetado y gestión de pedidos Amazon EU pagó 331 millones a Amazon Spain Fulfillment. Esta compañía obtuvo un beneficio de 18,25 millones y abonó 3,5 millones de euros en impuestos. A otra de las filiales, Spain Service, la liquidación de impuestos le salió a devolver: 50.000 euros.

En Estados Unidos, donde tiene su sede central, Amazon abonó impuestos por el 1.2% de sus beneficios.

Efecto laboral

Amazon crece y sigue creando empleo. Recientemente anunció planes para contratar a 8000 trabajadores en el Reino Unido, un aumento que no compensa la caída de empleo del comercio tradicional que en los ocho primeros meses de 2020 perdió 125.000 puestos de trabajo a causa de la pandemia, que difícilmente se recuperarán. En Estados Unidos planea contratar 100.000 empleados. Pero las condiciones de trabajo en Amazon dejan mucho que desear a tenor de las continuas denuncias que recibe.

Hay que tener en cuenta, además, el alto nivel de automatización de sus plantas logísticas. Para enviar un paquete, sólo necesita un minuto de trabajo humano, el resto lo hacen los robots. 

A medida que el gasto pasa de las tiendas físicas al comercio electrónico, el número de personas trabajadoras involucradas en los procesos de compra disminuye.

Efecto medioambiental

Amazon se ha comprometido a reducir las emisiones de carbono de sus actividades y llegar a la neutralidad en 2040. Asegura que este plan de descarbonización incluye los transportes propios y de terceros pero los continuos desplazamientos logísticos son una fuente creciente de deterioro medioambiental. Tanto por las entregas como por las devoluciones. 

Solo en Estados Unidos, las devoluciones totales generan al año unos 15 millones de toneladas de CO2. En Europa los datos son similares.

Activistas por la justicia climática que la semana pasada ocuparon la sede de la compañía en Barcelona denunciaron que “la compra compulsiva de productos, sumada a la rapidez de los envíos, provoca que los camiones de reparto, que tampoco son eficientes energéticamente, a menudo circulen a media carga, lo que empeora la huella ecológica de los envíos“.

Efecto vigilancia

Amazon se está imponiendo en las tecnologías del llamado hogar inteligente. Alrededor del 70% de los altavoces inteligentes vendidos en Estados Unidos son suyos, según un informe de Consumer Intelligence Research Partners. Vinculados a su producto estrella Alexa, Amazon despliega todo tipo de servicios para el hogar, alguno de ellos como Ring, un sistema de vigilancia con cámara, conectado con más de 200 departamentos de la policía norteamericana. 

Amazon se ha convertido en un gran recopilador de datos privados, no sólo a través de su portal de ventas sino de todos sus dispositivos. La compañía está obteniendo “acceso extremadamente económico para grabar algunas de las partes más íntimas de su vida“, denuncia Meredith Whittaker, cofundadora del AI Now Institute. “Invierten cientos de millones de dólares en marketing destinados a presentarlos como dispositivos elegantes y prácticos, pero hogar inteligente es un nombre inapropiado. Realmente estamos hablando de un hogar de vigilancia” .

Para completar la ecuación la compañía está entrando en la venta de seguros médicos.

Silbar antes de comprar

¿Son estas razones motivo suficiente para no comprar en Amazon? A cada cual le toca decidir.

Jorge Carrión publicó el año pasado un libro titulado “Contra Amazon” en el que defiende la razón de ser de las librerías tradicionales. Dice Carrión: “No soy ingenuo. (…) Pero creo en la resistencia mínima y necesaria. En la preservación de ciertos rituales. En la conversación, que es arte del tiempo; en el deseo, que es tiempo hecho arte. En silbar, mientras paseo entre mi casa y una librería, melodías que solo yo escucho, que no pertenecen a nadie más“.

Antes de comprar en Amazon, tal vez deberíamos silbar.

Joan Rosés

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