Instagram @sabatenricart

Cambia el trabajo, cambia la ciudad

0 Shares
0
0

El teletrabajo, la automatización, las plataformas laborales y el comercio electrónico aceleran su implantación. Las ciudades no son inmunes a sus efectos.

 

Asociamos la transformación de las ciudades a complejos cambios urbanísticos que necesitan tiempo, planificación y un notable impulso y consenso político. Así ha sido siempre. En el siglo XIX la ampliación de Barcelona se concretó en el Ensanche ideado por Ildefons Cerdà que tardó décadas y pasó por innumerables vicisitudes. A finales del siglo XX, la apertura de Barcelona al mar, la construcción de las rondas y la recuperación del barrio del Poble Nou fue un proyecto largamente trabajado que necesitó el impulso de los Juegos Olímpicos del 92. La transformación de París se alargó durante toda la segunda mitad del siglo XIX.

Sin embargo, en las ciudades se van produciendo otras transformaciones menos perceptibles pero no menos trascendentales. Afectan a los espacios (nuevas viviendas sustituyen otras más antiguas, actividades industriales desaparecen y se destinan las instalaciones a otros usos, los pequeños comercios se reorientan…), pero también a la composición de sus habitantes y a la relación de éstos con los espacios urbanos: las migraciones, los cambios de hábitos, las nuevas formas de organizar la economía y el trabajo…

Sobre esta última cuestión trata el documental Ciudad en Beta, presentado la semana pasada en Barcelona. Toda una invitación a reflexionar sobre la incidencia que las nuevas formas de trabajar impulsadas por la tecnología tienen sobre la vida y los espacios ciudadanos.

El teletrabajo, la automatización, las plataformas laborales y el comercio electrónico han acelerado su implantación en los últimos tiempos. Las ciudades no son inmunes a sus efectos. Al contrario, son factores que determinan su transformación.

 

Teletrabajo

Los efectos del teletrabajo pueden ser múltiples: reducción de los desplazamientos, dinamización de la proximidad y la vida comercial de los barrios, posibilidad de irse a vivir fuera de la ciudad sin perder el vínculo laboral con la empresa que permanece en ella, nueva configuración de los espacios de trabajo y alteración, no siempre para bien, del equilibrio entre vida doméstica y vida laboral… Son impactos hoy por hoy limitados porque el porcentaje de población que se acoge al trabajo remoto sigue siendo bajo, pero indican el cambio que se avecina si se consolida la tendencia.

Antes de la pandemia, en España el trabajo remoto no llegaba al 5% de la población ocupada, ahora se ha estabilizado en torno al 12%. En algunos países europeos, como Finlandia o Luxemburgo, ronda el 30 por ciento.

Si se duplicase la tasa actual los efectos serían trascendentes aunque afectarían a personas y a territorios de manera desigual. Apunta en el documental Oriol Estela, director del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona, que si gracias al teletrabajo el uno por ciento de los habitantes de una gran ciudad decidieran instalarse fuera de ella, que sería mucho, el impacto en esa ciudad sería apenas perceptible pero el efecto revitalizador para los territorios que recibirían a los desplazados sería notable. 

También la movilidad quedaría alterada. La menor necesidad de desplazarse al lugar de trabajo al poder hacerlo desde casa o desde coworkings próximos a la vivienda reduciría los desplazamientos internos entre barrios pero también contribuiría a descongestionar los accesos a la ciudad de aquellos que viven fuera pero trabajan en ella, que son bastantes. Un efecto positivo que contribuiría a descongestionar las calles, liberarlas de vehículos privados, reducir la contaminación y recuperarlas para el uso ciudadano. 

 

 

Pero hay otros efectos que entrañan riesgos para la estabilidad de la vida personal. Dice Luz Rodríguez, doctora especialista en Derecho del Trabajo, que “la tecnología permite descomponer dos componentes esenciales del mercado de trabajo clásico. Uno es el lugar donde trabajamos: nos permite trabajar desde cualquier lugar. Y otro es el tiempo: nos permite trabajar en cualquier tiempo. Hay una cierta recuperación de soberanía sobre el tiempo y el espacio de trabajo. Trabajo desde donde quiero y trabajo cuando quiero. Ahora bien, precisamente porque permite trabajar desde cualquier lugar y en cualquier tiempo, si no hay controles podemos acabar trabajando desde cualquier lugar y desde cualquier tiempo” .

Lo corrobora la socióloga Sara Moreno. “Hacer trabajo remunerado desde casa implica que eres más accesible y estás más disponible para trabajar y acabarás dedicando más tiempo al trabajo remunerado y al trabajo doméstico fusionando dos ámbitos hasta ahora separados, la vida laboral y la vida privada y viviendo en conflicto la organización del tiempo y los espacios”.

 

Automatización

También la automatización y la robotización dejan su impronta. Lo decíamos aquí mismo hace unos meses: 

Los bancos fueron los primeros en demostrar que la automatización podía llevarse a pie de calle. Implantaron los cajeros automáticos, hoy habituales en todas las ciudades desde que en 1967 Barclays instaló el primero en Londres, cuando todavía no había tarjetas de crédito. Transformaron radicalmente la relación entre clientes y oficinas bancarias y alteraron el paisaje urbano. Surgieron también lavanderías automáticas e incluso hubo algunos intentos fallidos de implantar el vending a pie de calle en tiendas atendidas únicamente por máquinas, intentos que ahora resurgen de la mano de grandes corporaciones.

También los robots comienzan a implantarse en cocinas y comedores de restaurantes como asistentes de camareros y cocineros, o como vehículos autónomos que transportan paquetería o personas (en España, todavía en período de investigación y pruebas).

 

Plataformas y comercio electrónico

Las plataformas laborales siguen ganando terreno. El modelo que hace unos años inició el alquiler vacacional, el transporte urbano de personas y el reparto de productos se va extendiendo a todo tipo de trabajos. Desde profesionales liberales (programadores, diseñadores, creativos…) a trabajadores de los cuidados que deben abandonar el método tradicional de recomendación entre familiares y amigos para incorporarse al mercado a través de plataformas especializadas que bajan las remuneraciones y tienden a rehuir sus responsabilidades sociales y laborales.

Y por último, la doble transformación en el tejido urbano que comporta el auge del comercio electrónico. Por un lado provoca una aumento del transporte de la paquetería que debe entregarse a domicilio ya sea mediante bicicletas, motos o furgonetas y, al mismo tiempo, ejerce una presión a veces insoportable para los pequeños comercios que dan forma al tejido de los barrios al tener que hacer frente al incremento de los costes inmobiliarios y a la competencia de las grandes operadores del comercio electrónico. 

  

Como titula el documental, las ciudades están en beta, en pruebas, tanteando una transformación que se presume fundamental pero que aún debe confirmar si gracias a ella tienden a hacerse más igualitarias, amables y humanas o por el contrario se abandonan al crecimiento desbocado de las disrupciones tecnológicas, habitualmente indiferentes a las roturas sociales que provocan.

Joan Rosés

Ciutat en Beta. Un documental ideado por Albert Cañigueral, producido por OuishareCreatel TV, con el apoyo de Barcelona Activa y la Fundación Mobile World Capital Barcelona y la colaboración de Collateral Bits
Imagen de cabecera Enric Sabaté @sabatenricart
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *