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Desinformación: A Europa se le acaba la paciencia

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Tras el fiasco del código de buenas prácticas y ante la proximidad de las elecciones, la Unión Europea presiona a las plataformas.

Saber qué piensan las grandes tecnológicas sobre su responsabilidad en los problemas sociales actuales como, por ejemplo, el crecimiento de la desinformación, no es fácil. Eluden tanto como pueden el debate público porque entienden que participar en él, les perjudica.

Sin embargo, hace unos días, Google participó en una jornada sobre Fake News y Postverdad organizada por la Universitat Oberta de Catalunya y el Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada del Departamento de Justícia de la Generalitat. (Crónica de La Vanguardia).

Los argumentos de Luis Collado, directivo de Google en España, fueron los siguientes:

1- Las fake news, la desinformación y la mentira han existido siempre.

2- El interés general por la desinformación está de moda.

3- Los causantes de la desinformación son los humanos y no las tecnologías o las plataformas.

4- Google proporciona herramientas para que los medios de comunicación y los propios ciudadanos verifiquen la veracidad de las noticias.

¿Entiende Google que la preocupación por las fake news es algo temporal?

Analicemos cada punto.

La desinformación ha existido siempre. Cierto. La mentira es inherente a los seres humanos pero jamás en democracia había alcanzado el nivel de propagación que está alcanzando actualmente, o alcanzará en el futuro. Según proyecciones de la consultora Gartner, si todo sigue al ritmo actual, en 2022 el 50 por ciento de las noticias que se difundirán serán falsas. Alguna responsabilidad de ese crecimiento deben tener los canales por los que circula la desinformación.

Las fakes news están de moda. Cierto. Aunque sería mejor decir que la desinformación preocupa cada vez más a la sociedad porque, entre otros efectos, deteriora los pilares sobre los que se asienta la democracia. Por moda se entiende un interés circunstancial y pasajero. ¿Entiende Google que la preocupación por las fakes news es algo temporal y que una vez deje de estar de moda se normalizará su aceptación? Preocupante.

La desinformación la causan los humanos, no la tecnología. Cierto. Los delincuentes son humanos. Los asesinos, los ladrones, los violadores… lo son, pero no por ello la sociedad se resigna. Para evitar que la perversión de unos cuantos dañe a la sociedad entera ésta se dota de valores éticos, legislación y control. No debería extrañar que las instituciones elaboren mecanismos que impidan que la mentira se expanda, sobre todo cuando se alcanzan niveles que desestabilizan la convivencia. Habrá regulación y pasará por determinar la responsabilidad de las plataformas tecnológicas.  

Los medios tradicionales deberían verificar la información y filtrar las noticias falsas. Cierto. Pero resulta llamativo que una plataforma como Google que domina el mercado publicitario mundial, con un modelo de negocio basado en la gratuidad que ha provocado la quiebra o el debilitamiento de miles de medios de comunicación tradicionales, traslade a los medios la responsabilidad de filtrar la información que ellos difunden por sus canales. Según esta teoría, los medios tradicionales, que sobreviven en muchos casos con plantillas exiguas y periodistas mal pagados, deben incorporar profesionales que verifiquen las fake news que propaga Youtube, por ejemplo.

No hay que olvidar que las grandes plataformas basan su negocio en vender el tráfico que generan y las noticias falsas son llamativas, atraen la atención, generan conversación, polarizan las opiniones y generan tráfico. Es habitual que un negocio privado se resista a ser regulado, pero no debería sorprenderles que, tarde o temprano, alguien lo haga.

Redacción del periódico francés Liberation. Luc legay en Foter.com

Iniciativas de apoyo a los medios que Internet ha debilitado

No sería justo acusar a Google de inacción total, sobre todo si la comparamos con Facebook, que tiene un comportamiento más dudoso, o Twitter.

El pasado mes de marzo, Google anunció un programa dotado con 300 millones de dólares que incluye iniciativas como el Disinfo Lab en colaboración con el Centro Shorenstein en la Escuela Kennedy de Harvard, una asociación con el Instituto Poynter, la Universidad de Stanford y la Asociación de Medios Locales norteamericanos para mejorar el conocimiento de la información digital de los jóvenes, y un programa de soporte a los medios de información para ayudarlos a atraer suscriptores digitales.

 No podemos permitir que Internet sea el salvaje oeste

Sin embargo, a Europa no le parece suficiente. La Unión Europea acaba de anunciar un Plan de Acción contra la Desinformación que pone el foco en la inacción de las grandes plataformas, entre ellas, Google. En palabras de Julian King, comisario europeo de Seguridad, “necesitamos que intensifiquen los esfuerzos y hagan progresos en los compromisos que han asumido. Esto es algo que las plataformas pueden y deben hacer ahora, sin más excusas, sin arrastrar los pies, porque los riesgos son reales”.

En la presentación del plan, King denunció que 90 millones de cuentas falsas siguen activas en Facebook, y el 80 por ciento de las cuentas de Twitter que difundieron noticias falsas durante la campaña electoral norteamericana siguen abiertas.

Lo que exige Europa

La UE exige a las plataformas más transparencia sobre el origen de la financiación de la publicidad política, medidas eficientes para cerrar cuentas que propaguen desinformación, identificación de los bots que automatizan la difusión de propaganda, más visibilidad a los contenidos verificados, más claridad sobre el funcionamiento de sus algoritmos y una colaboración leal y efectiva con los reguladores y los investigadores.

Cunden las alarmas ante la convocatoria de elecciones al Parlamento Europeo en mayo del 2019. “No podemos permitir que Internet sea el salvaje oeste”, añadió el comisario.

Facebook, again

La presentación de este plan coincide con dos acontecimientos que no son menores. El primero, la publicación de un informe del parlamento británico en el que se demuestra que Facebook utilizó los datos de sus usuarios para favorecer a determinadas compañías (Airbnb, Netflix…) y castigó a otras que percibía como una amenaza. El segundo, la denuncia de más de treinta empresas y organizaciones francesas que acusan a Google y Youtube de promover una campaña de desinformación masiva y sin precedentes contra la reforma europea de los derechos de autor.

En abril, la Unión Europea presentó sus objetivos en materia de lucha contra la desinformación que se plasmó en un código de buenas prácticas suscrito en septiembre por los principales agentes y plataformas del sector. Entre otros efectos, el código debía facilitar la verificación de las medidas que las plataformas implantasen.

Rai Vatrapu, científico de datos de la Escuela de Negocios de Copenhague y director del grupo de verificación europeo, no parece muy satisfecho de los logros alcanzados hasta ahora: “No puedo investigar ni verificar independientemente lo que está sucediendo. Pedimos información a las plataformas, pero no se han abierto a nuestras peticiones. Más bien, se han cerrado por completo”.

Es bueno saber qué piensan realmente las plataformas, pero no es tranquilizador.

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