La IA generativa puede provocar una caída del 25% en la remuneración de los creadores. Continúa el proceso de trasvase de valor hacia la tecnología
Previsión demoledora para los creadores de música y audiovisuales. La asociación internacional que agrupa a las entidades de gestión de derechos de autor (CISAC) prevé que en 2028 los creadores podrían llegar a perder casi una cuarta parte de sus ingresos actuales. Motivo: la IA generativa.
Las previsiones de mercado que publican las consultoras siempre hay que cogerlas con pinzas. La metodología de sus cálculos acostumbra a ser opaca cuando no condicionada por el mensaje que quieren trasladar. En este caso hay que ser igualmente prudentes pero la metodología empleada, los datos económicos de los que parte y los indicadores de la rápida penetración de la IA generativa inducen a pensar que, por lo menos, la tendencia que muestran es verosímil.
Por qué ese descalabro
El estudio del CISAC apunta algunas razones:
– Los modelos de IA generativa mejorarán la calidad de sus productos y la complejidad de las tareas que pueden abordar. Serán más útiles y fáciles de usar.
– En las redes sociales, el contenido generado por los usuarios seguirá creciendo, en parte gracias al uso de IA generativa. El porcentaje de contenido profesional irá bajando. También aumentará el contenido totalmente artificial.
– Mejorará la apariencia del contenido doméstico. Se reducirán las barreras de entrada para crear contenidos con buena factura de imagen y sonido y efectos visuales de calidad reservados hasta ahora a productoras profesionales.
– Crecerá la demanda de contenido para consumo pasivo como el que impulsan los algoritmos de recomendación de las plataformas digitales. Corto y adictivo.
– La IA se irá integrando en todos los segmentos de la cadena de valor de las actividades creativas profesionales con el objetivo de reducir costes y tiempos de producción.
Conclusión: Lejos de fortalecer a los creadores profesionales y facilitarles su trabajo, la IA generativa les acabará debilitando.
Algunos gráficos ilustran el cálculo sobre la progresiva pérdida de valor económico de les creadores.
En el mercado del streaming musical, hoy dominante, los creadores obtienen una recompensa media del 8,2 por ciento. La penetración de la IA la puede situar en el 6,4%.
En cambio, el mercado de las obras musicales generadas con IA se duplica cada año de media. La música generada por IA compite directamente con la creada por humanos, lo que provoca una disminución del valor de mercado de estos últimos.
El valor se lo queda la tecnología
Las previsiones para la industria audiovisual son parecidas y en ambos casos las conclusiones son claras:
– La penetración de la IA generativa en el ámbito creativo supondrá menos dinero para los creadores.
– El mercado de contenidos crecerá pero el valor económico de la creación artística y cultural se trasladará a los proveedores tecnológicos.
A este proceso, el CISAC lo llama canibalización.
Los ganadores serán los proveedores de herramientas y servicios de IA como OpenAI, Google y Microsoft que aumentarán sus ingresos a medida que la IA vaya penetrando en todos los ámbitos de las actividades creativas. También se beneficiarán las plataformas de streaming que podrán ofrecer a los usuarios más opciones de personalización, reducir los costes de adquisición de contenido y aumentar sus márgenes.
No es la primera experiencia de canibalización que sufre el mercado de contenidos. La digitalización global ha dado paso a actores tecnológicos que van consolidando su posición a costa de los creadores de contenidos.
Pasa con la publicidad digital. Alphabet (Google), Meta, Amazon, Bytedance (TikTok) y Alibaba concentran actualmente más de la mitad de la inversión mundial de publicidad en medios. Consecuencia: la fortaleza de los medios de comunicación tradicionales, vitales para la supervivencia de la democracia, se ha debilitado.
Pasa también con la reproducción de música al derivarse el consumo a las plataformas de streaming. Hoy utilizan Spotify más de 600 millones de personas, un 30,5% del mercado. Por cada reproducción en streaming los autores ganan entre 0,002 y 0,004 euros. Un millón de escuchas supone unos 3.000 euros de media, de los que la discográfica se acostumbra a quedar la mitad. Una banda que vendía 10.000 copias de un álbum en los años 90 podía ganar alrededor de 50.000 dólares. Hoy, el álbum tendría que ser reproducido un millón de veces para obtener ese dinero.
Entrenamiento indiscriminado sin recompensa
Con la IA, el proceso de canibalización se agrava por el uso indiscriminado de obras protegidas para el entrenamiento de los modelos, sin autorización ni compensación a sus autores.
Actualmente hay más de 30 demandas interpuestas en los juzgados, sobre todo norteamericanos, por vulneración de derechos de propiedad intelectual. Los abusos, sin embargo, no cesan. The Atlantic ha descubierto que las plataformas de IA han utilizado un curioso subterfugio para acceder a los guiones de 140.000 películas: entrar en la base de datos de subtítulos Opensubtitles.org, descargarse los guiones transcritos para subtitulado y usarlos sin permiso para entrenar sus modelos de IA.
Los profesionales de la cultura empiezan a ser conscientes del expolio y se agrupan para defenderse. Más de 36.000 artistas y de 200 asociaciones internacionales se han adherido a la declaración contra el entrenamiento indiscriminado de sistemas de IA que se puso en marcha en octubre. Pero la batalla no tiene un claro ganador y promete ser larga.
Los argumentos jurídicos son complejos y ni los propios colectivos artísticos mantienen una posición clara acerca de los beneficios o los perjuicios reales que les causará la IA generativa.
A pesar de la indignación por el uso de sus obras para entrenamiento, la percepción de los creadores hacia la IA no es mala. Un estudio publicado por la consultora alemana Goldmedia con músicos de Francia y Alemania indica que la mayoría de artistas se muestra favorable al uso de herramientas de IA (43%), por encima de quienes están en contra (29%) o de los que no saben o no contestan (26%).
¿Hay alternativas?
La contradicción que refleja este estudio pone de manifiesto lo difícil que es identificar los riesgos en este tipo de tecnologías que van calando en la sociedad gracias a su facilidad de uso y a los beneficios que aportan a corto plazo, sobre todo cuando el despliegue va acompañado de una campaña de marketing abrumadora.
Los marcos regulatorios que deben frenar la voracidad con la que actúa la industria tecnológica son lentos pero sólo pueden llegar a materializarse si entre los colectivos afectados se generaliza la conciencia del riesgo y la necesidad de combatir los efectos de la economía caníbal. De momento, lo que hay es mucha confusión.
Joan Rosés