Imagen promocional de la tablet IFlytech

Educación, y encima la IA

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Todavía estamos intentando frenar el uso del móvil en las escuelas y llega la IA.

Antes de acogerla con entusiasmo o aceptarla con resignación deberíamos reconocer que la inteligencia artificial generativa altera aspectos esenciales de la formación del ser humano.

 

Restringir el uso del móvil en las escuelas es un paso importante para proteger a niños y adolescentes, pero el reto no acaba aquí. La inteligencia artificial generativa, ya presente en la vida escolar sobre todo de adolescentes y pre adolescentes, puede ser igualmente invasiva, y tarde o temprano habrá que hacer algo.

Una encuesta realizada en España por Empantallados y GAD3 a 900 padres, profesores y adolescentes (14-17 años) revela algunos datos:

– El 40% de los alumnos utiliza ChatGPT habitualmente y un 82 por ciento lo hace de vez en cuando.

– El 91% de los padres no pone reglas para el uso de la IA y seis de cada diez apoyan su uso en las escuelas.

– Un 67% de los profesores considera que la IA puede agravar el bullying o el acoso. Un 57% de los padres también lo cree.

 – Un 68% de los profesores recomienda poco o nada el uso de lA a sus alumnos. 

Otro estudio realizado por Qustodio con una muestra global más amplia (400.000 familias de todo el mundo con niños de 4 a 18 años) destaca que el 21% de los niños españoles utilizan ChatGPT (la web ocupa el lugar 19 en el ranking de páginas visitadas).

 

Entusiasmo general

El entusiasmo por la IA generativa aplicada a la educación está creciendo en muchos países al tiempo que proliferan las herramientas destinadas a los estudiantes. Aquí, una lista.

En China, el elevado coste de los tutores extraescolares ha hecho que una tablet educativa equipada con inteligencia artificial, iFlytek, se convierta de facto en un sustituto de los tutores humanos. La tablet incorpora una variedad de aplicaciones que incluyen un chatbot para conversar, una herramienta gamificada para hacer pruebas y exámenes y evaluar los resultados y un software que comprueba y califica los trabajos escritos a mano, entre otras prestaciones. El acceso a los contenidos no educativos está bloqueado. 

 

 

En Francia, no son sólo los padres, también el gobierno alienta el uso de la IA entre los estudiantes. En febrero el departamento de Educación ha empezado a implantar el sistema MIA (Módulos interactivos adaptativos) entre los alumnos de secundaria, una aplicación que mediante inteligencia artificial pretende reforzar el conocimiento y práctica del francés y de las matemáticas. Su objetivo es que en septiembre lo usen unos 800.000 alumnos.

En Estados Unidos, la aplicación SchoolAI ya está presente en 1500 distritos escolares. Sirve para monitorizar la evolución de los estudiantes pero también incorpora aplicaciones basadas en ChatGPT para uso de los alumnos. 

 

La herramienta y el contexto

Ante el entusiasmo que provoca y el auge que está teniendo entre los estudiantes, un par de preguntas parecen obligadas: ¿puede ser la IA generativa una buena herramienta para la educación? ¿Es, por lo menos, inocua?

Para responderlas sería bueno tener en cuenta la situación de la que partimos. El último informe Pisa constata algunos déficits educativos graves como la disminución de los índices de comprensión lectora, razonamiento matemático y conocimiento científico de los alumnos españoles de 15 años. Por su parte, el profesorado advierte del debilitamiento progresivo de la capacidad de atención provocado, en buena medida, por el uso desbocado de los móviles. Y tampoco en pensamiento crítico andamos muy boyantes.

En este contexto aparece la IA generativa y a la comunidad educativa se le plantea un nuevo reto: enfrentarse a una tecnología caída del cielo que, de la noche a la mañana, pone patas arriba métodos de aprendizaje y evaluación consolidados.

Como toda tecnología, la IA puede ser una oportunidad para innovar y transformarse. Si esta transformación repentina hubiera surgido de un proceso de innovación educativa consensuada por la sociedad, orientada a corregir las deficiencias que afectan a la educación, tendría sentido adoptarla con entusiasmo. Pero la IA se está colando en las escuelas por la imposición de un negocio voraz que se desentiende de las consecuencias. Otro más.

 

¿Qué hacer ante la tormenta? 

Son diversas las voces de tecnólogos y educadores que aconsejan adaptarse. La realidad se impone y más vale no colocarnos delante de los bueyes cuando inician la estampida, vienen a decir.

Por ejemplo, el prestigioso columnista de The New York Times Kevin Roose recomienda a los profesores que dejen de buscar sospechosos: todos los alumnos usan o usarán chatbots fuera del aula. Resignación. El profesor Ethan Mollick de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania cree que la tecnología obligará a adoptar un modelo de “clase invertida” en el que los alumnos trabajen las asignaturas fuera de clase con las herramientas que sea y las practiquen y expongan en clase. Adaptación.

Otras muchas voces se expresan en el mismo sentido, pero antes de entusiasmarnos o resignarnos deberíamos recordar que están en juego aspectos esenciales de la formación del ser humano.

Escribir. ChatGPT y similares pueden ser herramientas útiles para buscar información y profundizar en una investigación. Sin duda. Pero el entusiasmo de los estudiantes no viene de ahí. Se debe a que la máquina puede redactar por sí misma y en pocos minutos trabajos que a ellos les cuesta tiempo y esfuerzo, o en el mejor de los casos hacerles buena parte de la tarea.

Leer. Consolidar el hábito y el gusto por la lectura entre los estudiantes se está convirtiendo en una tarea titánica. El lenguaje visual se impone en detrimento del lenguaje escrito, del que los jóvenes apenas aceptan las frases cortas y fragmentadas. ¿Puede contribuir la IA generativa a mejorar el hábito de leer? No lo parece cuando su mejor aportación consiste en evitar el tedioso proceso de lectura de un texto y servirte el resumen como por arte de magia.

Comprender. La comprensión de un texto o la lógica de un problema matemático pasa ineludiblemente por transitar un proceso, ya sea de lectura o de análisis. Si nos saltamos el proceso o acortamos sus tiempos llegamos al resultado sin haberlo comprendido. La gran aportación de los chatbots es precisamente esa: eliminar procesos y acortar los tiempos.

 

Aspectos esenciales de la IA generativa

También sería bueno recordar algunos aspectos esenciales de la IA generativa.

– Los grandes modelos de lenguaje han sido entrenados con materiales pirateados o cuando menos de procedencia no autorizada por los autores.

– Genera con frecuencia textos erróneos y se inventa hechos (alucinaciones), adornados habitualmente con un lenguaje convincente y educado.

– La calidad hiperrealista de las imágenes y vídeos que genera induce a la confusión y a la desconfianza. 

– La clonación de voces o imágenes facilita el engaño.

– Desconocemos todavía los efectos de sustituir formadores humanos por guías mecánicas pero se intuye que la empatía y la inteligencia emocional que requiere educar no la tienen ni la tendrán las máquinas.

– Por muchas startups que surjan, la IA generativa está dominada por grandes multinacionales, algunas de ellas auténticos monopolios de la economía digital global.

– Si no sabemos con qué datos se han entrenados los modelos que alimentan la IA generativa, tampoco sabemos cómo utilizan los datos que les proporcionamos con el uso de sus herramientas. La privacidad, una vez más, está en juego.

Cuando los educadores andan luchando contra los efectos del exceso de pantallas, va y llega la IA generativa.

Joan Rosés

Posdata: Al acecho espera la realidad extendida con sus gafas immersivas que algunos defienden como la panacea para la educación del futuro. Pero de eso hablaré otro día.

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