Trabajadores de la fábrica de AB Vesijohtoliike Oy (Helsinki) en la década de 1910. Foto. Sundström Eric. Wikimedia

Hacia la fragmentación del trabajo

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Albert Cañigueral publica “El trabajo ya no es lo que era”, un detallado análisis de las nuevas formas de organizar la vida laboral

.”.

¿Y tu, qué quieres ser de mayor? Con esta pregunta que nos retrotrae a la infancia comienza el último libro de Albert Cañigueral. La respuesta es cada vez más incierta. Lo es el propio futuro (la mitad de los empleos que habrá en 2030 no existen en la actualidad) y lo es la forma en que la sociedad organiza el trabajo. Hablamos con Albert.

Dices que el trabajo no es lo que era, ¿qué es?

No lo sabemos con certeza. Partimos de un concepto mental sobre lo que es el trabajo que cada vez se distancia más de la vida real de la gente. Estamos en un momento de cambio.

¿Y hacia dónde va?

El trabajo asalariado dejará de ser la forma dominante. No desaparecerá pero se están implantando nuevas formas basadas en la fragmentación y la flexibilidad. 

Mi padre tuvo un solo trabajo en toda su vida, yo tendré siete trabajos diferentes a lo largo de la vida, mis hijos van a tener siete trabajos a la vez

Tom Malone, profesor de la Sloan School of Management del MIT

¿Y eso es bueno?

Depende. Hay que ser consciente de todos los riesgos que comportan estos nuevos escenarios y corregirlos pero lo que se pone en cuestión es la idea de que el trabajo asalariado proporciona la mejor forma de realización humana y profesional. La gente quiere estabilidad económica y protección social pero muchas veces aguanta años en trabajos que no le gustan. Un tercio de nuestra vida lo pasamos trabajando, es bueno tener la ambición de pasar nuestro tiempo de la forma más interesante posible.

¿Cómo se consigue la estabilidad en un escenario de fragmentación?

El reto es cubrir con derechos, deberes y protección adecuada todo el espectro de relaciones laborales. Ahora todo está diseñado en función del modelo de trabajo tradicional. Cuando no estás en ese marco tienes que afrontar muchas dificultades, por ejemplo para alquilar un piso y ya no digamos conseguir una hipoteca y no puedes aportar una nómina o un contrato. La diversidad nos coloca fuera de juego. También el sistema de protecciones que ofrece el estado está pensado para ese modelo tradicional. La flexibilidad no debería suponer desprotección. 

En el libro aseguras que esa transformación es inevitable aunque también dices que está en nuestras manos corregirla. 

No es incompatible una cosa con otra. Lo inevitable es el cambio. A lo largo de la historia ha habido multitud de cambios en la organización del trabajo que han derivado en transformaciones de la vida social. Eso es lo inevitable. Lo que depende de nosotros es el impacto que tendrán los cambios. 

Albert Cañigueral es conector de Ouishare España. En 2011 fundó el blog Consumo Colaborativo y se le considera uno de los referentes en España de la economía colaborativa y de plataformas. En los últimos años se ha especializado en el análisis de las nuevas formas de organización del trabajo. Foto Laia Albert

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El trabajo ya no es lo que era” explora una exhaustiva variedad de plataformas digitales laborales (“plataformas para todo lo que se te ocurra”) que van muchos más allá de las más conocidas de transporte y reparto (Uber, Glovo, Deliveroo). Plataformas para microtareas sin demasiado valor añadido, para trabajadores de cuello azul como alternativa a las empresas de trabajo temporal, para trabajadores de cuello blanco como diseñadores, programadores… o incluso para altos especialistas.

En paralelo surgen empresas workertech que prestan servicios de apoyo logístico y de gestión a los trabajadores no asalariados y vienen a paliar en cierta medida el déficit de coberturas de los sistemas públicos. Una lista detallada puede encontrarse en un trabajo anterior del autor.

¿Todas estas plataformas y soluciones de apoyo, que surgen del ámbito privado, no están tal vez maquillando los efectos de una corriente de fondo que trata de reducir al máximo el trabajo humano?

La narrativa que justifica entender a los trabajadores como seres intercambiables o reemplazables por máquinas y algoritmos llegará a su límite. Ya vemos las primeras reacciones, aún incipientes, que vienen del mundo privado o cooperativista que reivindican que el trabajo es un ámbito de aprendizaje, desarrollo personal y, por qué no, de diversión. Un ejemplo es el manifiesto Democratizing Work, publicado durante la primera ola de la pandemia que reivindica que los trabajadores dejen de ser considerados “recursos”. 

El trabajo proporciona identidad y proyección personal y social. Da sentido a la vida. También eso está en riesgo

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Pero lo primero que hacen las empresas para mantener o aumentar la productividad es reducir plantillas. En realidad, la fragmentación y la organización del trabajo a través de plataformas refuerza la tendencia que considera el trabajador como un recurso.

La tendencia que mencionas es real y muy intensa pero hace falta contrarrestarla. La fragmentación afecta de manera diferente según los colectivos y las habilidades profesionales de cada cual. Por eso defiendo a los colectivos. Ante la fragmentación del trabajo, defenderse individualmente es imposible. Profesionales como diseñadores, programadores,… ya viven ese mundo y pueden acomodarse fácilmente al cambio de paradigma. A otros les costará más, pero hay que ayudar a que lo hagan.

Conseguir el actual sistema de garantías y protecciones ha costado muchos años y mucho esfuerzo. ¿Está en peligro?

El riesgo es enorme. Lo recuerda la Unión Europea en el documento “Futuro del trabajo,  Futuro de la sociedad”. Pero los momentos de gran crisis, como el actual, son también de pivotaje y transformación. Cuando estás en medio te sientes muy inseguro porque ves que estás perdiendo cosas y las que ganarás todavía no están claras .

No sólo se pierden trabajos sino que incluso trabajando se pierden derechos.

Aquí tenemos la ventaja de que estamos en la Unión Europea que defiende valores y derechos. No pasa lo mismo en otras partes del mundo.

Fragmentación, inestabilidad, pérdida de derechos… buff!

Y no debemos olvidar que el trabajo proporciona identidad y proyección personal y social. Da sentido a la vida. También eso está en riesgo. 

¿Entonces?

El problema es que nos hemos educado para tener un tipo de vida laboral concreto que hoy está en crisis. Por eso en este nuevo paradigma es muy importante sentirte acompañado de gente como tu. Cuando más individual o más pequeño es tu grupo más vulnerable eres. Lo tenemos todo estructurado para una forma de trabajo determinada. Tanto la narrativa como las estructuras sociales, las normativas, las entidades de protección, etc. responden básicamente a un paradigma que ya no es real.

Fuente: “El trabajo no es lo que era”

Un concepto que sale en tu libro: la post eficiencia. ¿Qué es?

Entender que el trabajador no es sólo un factor de coste. Debemos pasar de la eficiencia a la resiliencia, es decir más flexibilidad, capacidad de adaptación y una mayor implicación del trabajador con la empresa. Y eso se consigue ofreciendo formación, manteniendo redundancias… no buscar la eficiencia hasta el último céntimo. Se ha visto durante la pandemia. Las empresas más estrictamente eficientes han sido menos resilientes. Debemos prepararnos para una sociedad que deberá superar crisis graves de vez en cuando.

También dices que muchas empresas aspiran a tener un modelo 50-50. Es decir, mitad de trabajadores propios y mitad externos o por proyectos. Citas el ejemplo de la farmacéutica Novartis. Ahora el modelo puede ser 50-50 pero puede llegar al 20-80. Ya puestos…

En muchas empresas ya funciona ese modelo extremo de externalización. Hay que ver si supone un exceso y cómo puede actuar la legislación para frenarlos. Pero en muchos ámbitos se irá imponiendo el modelo Hollywood de producción. Estructuras permanentes ligeras y contratación de la mayoría de trabajadores por proyectos.

Para grandes empresas puede ser un modelo pero para muchas pymes el problema será cómo retener el talento. ¿Cómo se retiene el talento en un escenario de fragmentación? 

El talento acabará perteneciendo al ecosistema, no a la empresa. Por eso hay que fomentar colectivos de empresas que se apoyan unas a otras. Es necesario construir ecosistemas para que las empresas no queden aisladas. Se reconfigurará lo que entendemos como empresa. El talento pertenecerá al sector no a una sola empresa.

En la parte final del libro, Albert Cañigueral describe siete utopías sobre el futuro del trabajo, una visión del autor no tanto de lo que es y será sino de cómo cree que debería ser.

Me atrevo a resumirlas en una que, vista la situación, más que una utopía parece un milagro: que el trabajo, en cualquiera de sus formas, siga siendo una vía a través de la cual podemos aspirar a la estabilidad y a la proyección personal. (Está por ver si la protección seguirá aportándola el trabajo o se canalizará a través de subsidios generalizados como la renta básica universal.)

Joan Rosés

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