Humanidad aumentada: Biohacking live show (I)

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El implante en directo de un microchip ante un auditorio del Mobile World Congress agita el debate sobre el uso de tecnología en el cuerpo humano

El biohacking es una tendencia tecno-científica que aboga por la transformación y mejora del cuerpo humano mediante tecnologías que sumen nuevas capacidades a las que éste posee de forma natural. El mejoramiento del cuerpo se intenta conseguir mediante ingeniería genética o implantes tecnológicos.

La sesión realizada en el 4YFN bajo el título “Biohacking onstage, live human chip implant show” se emmarca en la segunda de las tendencias, la implantación tecnológica, y consistió en lo siguiente:

Tras un debate previo sobre las tendencias del biohacking, un promotor de la empresa Nanoboost subió al escenario de uno de los auditorios del congreso para implantarse un microchip en su mano ante la mirada del público y docenas de càmaras y teléfonos móviles. Otra persona protegida con guantes y mascarilla procedió a insertar el microchip mientras una cámara seguía de cerca los detalles de la operación y los retransmitía en una gran pantalla. Una vez colocado el microchip, el moderador del acto acercó un teléfono móvil a la mano implantada y a través del microchip, convertido en tarjeta de crédito, transfirió unos euros a la cuenta del implantado, transacción que el interesado mostró en pantalla a través de un Ipad. En la parte final del acto una representante del Banc Sabadell, que auspiciaba el acto, felicitó a los promotores de la iniciativa y confirmó la disposición del banco a «estar presente en todas las tecnologías”. El acto se cerró con una cerrada ovación y hurras entusiastas del público.

Eventos similares o ‘fiestas’ de biohacking se celebran de vez en cuando, sobre todo en Suecia, país donde más se han popularizado estos implantes. Unas 4000 personas ya se han insertado microchips en el dorso de la mano para acceder al trabajo o al gimnasio, sacar productos de la máquina de vending de la oficina o validar el ­billete de tren con un solo mo­vimiento de la mano, según informaba La Vanguardia hace unos meses. Una de las empresas suecas más activas es Dsruptive, creada por el almeriense Juanjo Tara, que aspira a acumular la potencia de un ordenador en chips apenas mayores que un grano de arroz. Los microchips actuales más comunes son algo más limitados en sus prestaciones y, en Suecia, el implante puede costar alrededor de unos 100 euros.

El vídeo

Al día siguiente de presenciar la experiencia colgué un fragmento del vídeo en Linkedin acompañado de un comentario en el que expresaba un cierto estupor y animaba a profundizar en el debate ético que requieren actividades de este tipo.

La divulgación del video generó en la red un intenso debate que abarcó desde muestras de apoyo a críticas y manifestaciones de rechazo o inquietud.

Dado el interés y variedad de las aportaciones he creído interesante reproducir algunas de ellas y agruparlas según los conceptos éticos que se plantearon. Hilo completo en Linkedin   

Autonomía del individuo

Yo no veo ningún conflicto ético aquí, la persona que se lo ha implantado lo ha hecho con total conciencia y conocimiento, creyendo en una nueva tecnología y dándole un uso nada escandaloso como pagar o abrir una puerta (cosa que hacemos ya con el móvil)

-Es su cuerpo y puede decidir qué hacer con él.

-A mi lo que me preocupa es la falta total de libertad que podría generarse. Hoy tienes que usar tu ID para cualquier trámite…. imagino que si seguimos en este camino estos chips permitirán tu identificación y tracking instantáneo… perderemos sin darnos cuenta la libertad de libre movimiento…

¿Es lo mismo que un implante de tipo terapéutico?

-¿Si te rompes el codo y los ligamentos, vas a querer una placa de titanio o lo dejamos al natural con un poco de yeso?

          -Implantar una prótesis o un chip con fines terapéuticos no es lo mismo que insertar una tarjeta de  crédito.

          -¿Y si la implantación del mismo no restaura sino que supera las capacidades humanas existentes? Si es viable recuperar la visión a través de unas lentillas que nos permitan focalizar más lejos de 20/20, ¿qué impide que la gente normal lo use también?

          -Creo que la barrera es bastante más difusa de lo que parece.

¿La intervención debía haber sido controlada por un comité ético?

La pregunta es si algún comité ético sanitario ha aprobado esta utilización de la tecnología.  En salud es mandatorio tener aprobada por un comité de ética cualquier intervención.

          -No es una intervención. ¿Sabes lo que es un implante subdermal, una dilitación, una escarificación o un piercing? Esto es lo mismo y se rige por las mismas reglas.

          -El hecho de que no lo realice un sanitario, como los ejemplos que citas, no implica que no se deban cumplir procedimientos o normativas en los que están involucradas nuestras autoridades sanitarias. Tanto el acto per se como los materiales tienen posibilidad de provocar efectos adversos inmediatos o mediatos, prevenibles o inesperados. La sola posibilidad de una infección, una lesión de una estructura noble (vascular, nerviosa, etc), reacción inmune de cualquier tipo exigen que el usuario sea consciente de ello. ¿Quién le va a decir a ese usuario que existen esas posibilidades? ¿Quién le garantizará que se han tomado las medidas para reducir los riesgos?  

          -El usuario estaba informado en todo momento, y lo efectuó una profesional. El implante va en la capa subdermal y si se procede correctamente, el riesgo de dañar tejidos vasculares es mínimo. Evidentemente el usuario asume una serie de riesgos, como cualquier intervención. Independientemente, creo que eso no es un problema ético en sí mismo.

Vídeo completo de la sesión

Temor a que se convierta en práctica común u ‘obligatoria’

No creo que sea éticamente reprensible. Tengo más miedo de que esta tecnología eventualmente se vuelva obligatoria. Si las personas son voluntarias, pueden hacerlo. Pero yo no lo quiero. Cuando llega el momento, el efectivo se elimina como medio de pago y todos tienen que tener un chip de este tipo. Estamos bajo el control total de los bancos y los gobiernos.

          -Como dijiste, esta tecnología de repente se vuelve ubicua y luego me veo forzado a usarla. Y, obviamente, no necesito que me obliguen las leyes, sino que me pueden obligar a hacerlo de manera más sutil, como ser excluido de ciertos ámbitos de la sociedad por no tener este chip dentro de mi cuerpo. De hecho, es difícil ser un ser humano en estos días sin un número de teléfono o un correo electrónico.

Estos implantes pueden muy bien convertirse en los teléfonos «inteligentes» del futuro. Excepto que ahora el dispositivo está integrado en su cuerpo y no hay una manera razonable de deshacerse de él. Ni siquiera hemos descubierto una relación saludable para tener con nuestros teléfonos, y ya estamos pensando en implantar cosas en nuestros cuerpos.

Seguridad ante robos o hackeos

-Yo lo veo un peligro para la salud humana. ¿Quién te dice que se no se pueda hackear el chip ?

          -El implante se puede hackear, claro, igual que cualquier tag NFC, como la tarjeta del gimnasio, del trabajo, etc o las que usamos en el 4YFN.

-Normalmente la jurisprudencia (ya lo dice su significado) y las normas reguladoras van siempre por detrás de la innovación y la tecnología. Creo que no hace falta que explique el motivo, ¿no? Más mente abierta y menos publicidad negativa barata…

-Más preocupante sería un robo. Un delincuente podría cortarte la mano con el fin de obtener el microchip.

-Con la implantación de la micro tarjeta corres el riesgo de que ese control pueda ser no sólo virtual sino también espacial y físico  y pueda dar origen a ofensas a la integridad física, secuestros e incluso homicidios. Personalmente, prefiero que me hurten la tarjeta de crédito, que podrá ser mejorada, que correr riesgos colaterales que puedan poner en riesgo mi vida. Innovación tecnológica, sí, pero siempre sostenida en la defensa de derechos fundamentales.

-Tecnológicamente, no hay gran cosa nueva. Si uno piensa, se utiliza desde hace años en marcapasos, y hay muchísimos dispositivos médicos que incorporan esta tecnología, entre ellos las bombas de insulina o los chips usados para mejorar las coordinaciones nerviosas en pacientes con disfunción motor. Lo nuevo es que se use para una chorrada como una tarjeta de crédito. El problema del hacking ya existe con los marcapasos o las bombas de insulina, y sigue abierto. Hay un problema ético que merece una reflexión amplia en el uso de la tecnología, y el entusiasmo de los propios sujetos no es suficiente como para validar la cuestión ética.

-Mi duda sobre todo viene reflejada en el ámbito de la seguridad y aunque estamos en un país seguro, la evolución y agresividad de los delincuentes hace pensar que lo que tengamos implantado en el cuerpo es peligroso.

Efectos sobre la salud

-¿Qué efectos podría tener el implante ante una resonancia magnética?

          -La resonancia induce un campo magnético 20 mil veces superior al terrestre. Induciría cargas en el chip que lo inutilizarían, probablemente de forma permanente.

          -Quizá se podría evitar con una jaula de faraday.

         -Hay que tener en cuenta que no se pueden meter metales ferromagnéticos en esas máquinas, saldrían disparados.

Vídeo de promoción del biohacking en Suecia

Días más tarde me puse en contacto con algunos expertos en ética para obtener su valoración del caso. Autonomía del individuo, seguridad, riesgo para la salud, temor al futuro… son conceptos que han ido apareciendo en el debate. ¿Qué otros aspectos habría que tener en cuenta? ¿A dónde nos conducen las prácticas de fusión de cuerpo y tecnología? ¿A una humanidad mejorada, a una humanidad empobrecida?  La próxima semana intentaremos profundizar en el debate.  Continuará.

Joan Rosés – Collateral Bits
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