Graffiti retrato de Elon Musk en el barrio de Shoreditch, Londres. Foto Duncan en Visualhunt

¿La sociedad digital quedará en manos de individuos ricos y caprichosos?

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La compra de Twitter por Elon Musk supone un paso más en la concentración en manos privadas de las infraestructuras esenciales del conocimiento y la comunicación. Desde Europa, algunas iniciativas defienden la creación de una Infraestructura Digital Pública que supere el actual modelo de economía de plataformas en el que un agente posee las herramientas y establece las reglas

 

La polémica oferta de Elon Musk para comprar (comprarse) Twitter ha destapado una vez más la fragilidad con la que evoluciona el mundo digital, cada vez más expuesto no sólo a los intereses del gran capital (en eso no se diferenciaría de otros negocios) sino a las veleidades de unos nuevos ricos, muy ricos. 

Se han publicado muchas opiniones indignadas por el hecho de que un sólo individuo pueda adquirir una plataforma hoy por hoy esencial en las comunicaciones digitales del mundo occidental. Por ejemplo, la autora de La era del capitalismo de vigilancia, Shoshana Zuboff, ha lamentado, precisamente en Twitter, que la mayoría de titulares se hayan centrado en preguntarse qué hará Elon Musk

“Es una señal de lo perdidos que estamos. Nos obsesionamos con un hombre y sus caprichos porque aún no tenemos el estado de derecho democrático necesario para gobernar nuestros espacios de información. Sin ley el poder es peligroso” – dice Zuboff y añade que las personas, la sociedad y la democracia están a merced de los individuos que ejercen la propiedad y/o el control ejecutivo de la información. 

“El Sr. Musk quiere unirse a los dioses que gobiernan el espacio de la información y controlar las respuestas a las cuestiones esenciales del conocimiento, la autoridad y el poder en nuestro tiempo: ¿Quién sabe? ¿Quién decide quién sabe? ¿Quién decide quién decide? Pero nunca los hemos elegido para gobernar. Necesitamos leyes, no individuos. La democracia sólo avanzará con leyes e instituciones diseñadas para garantizar nuestros derechos de conocimiento y la integridad de la información en el siglo digital. En ausencia de leyes, nos vemos obligados a preocuparnos de: “¿qué hará Elon?”. Los emperadores tienen toda la ropa, mientras nosotros corremos desnudos. Abdicar de nuestros espacios de información al control privado concentra un poder irresponsable en el régimen del capitalismo de vigilancia. Nuestro destino no debe depender de los caprichos de los particulares. Lo que decidan hoy puede deshacerse mañana. Ninguna democracia puede sobrevivir a estas condiciones.”

 

Infraestructuras esenciales en juego

Soshana Zuboff pide leyes, pero habría que ver qué tipo de leyes. ¿Bastará con regulaciones que limiten el poder de las grandes corporaciones y mitiguen los efectos de la concentración y los monopolios o es necesario ahondar en un cambio de modelo de funcionamiento y gobernanza de la sociedad digital? ¿Es eso posible?

Para quienes defienden la urgencia de un cambio de modelo el problema no se limita a lo grande que sea una empresa, al dinero que acumule su propietario o incluso a lo monopolístico que pueda ser su comportamiento. El problema es que se han privatizado infraestructuras esenciales del futuro (y del presente). Mientras las herramientas indispensables para la vida contemporánea se rijan en función de la bondad/maldad de un individuo, no bastará con que los poderes públicos se limiten a poner remiendos. Así no podrán gobernarse las infraestructuras.

La Real Academia Española de la Lengua incluye dos acepciones para el término infraestructura: 

1- Obra subterránea o estructura que sirve de base de sustentación a otra.

2- Conjunto de elementos, dotaciones o servicios necesarios para el buen funcionamiento de un país, de una ciudad o de una organización cualquiera.

Podemos elegir cualquiera de las dos. Las redes sociales dominantes, Twitter lo es, o plataformas como Google se han convertido en elementos centrales que sustentan la comunicación y el acceso a la información de buena parte de la sociedad o incluso de comunidades enteras. Facebook es sinónimo de Internet en muchos países. Se han convertido en verdaderas infraestructuras del conocimiento.

 

Un modelo europeo

¿Es posible cambiar el gobierno de las infraestructuras digitales de las que depende la sociedad entera? ¿Estamos a tiempo de hacerlo? 

Hace unos cuatro años, la Comisión Europea puso en marcha la iniciativa Next Generation Internet que pretendía impulsar el diseño de un modelo europeo alternativo al de los grandes conglomerados norteamericanos y chinos.   

NGI Forward, uno de los proyectos financiados por el programa Next Generation Internet, acaba de publicar un trabajo que propone abordar la transición hacia una Infraestructura Digital Pública. 

“En lugar de intentar construir el próximo Google o WeChat, ¿no deberíamos centrarnos en construir las infraestructuras que eviten el próximo Google y WeChat?” –dice el trabajo. 

 

 

Según los redactores de la propuesta, esta infraestructura digital pública debería superar el actual modelo de economía de plataformas en el que un agente posee un conjunto completo de herramientas y puede establecer unilateralmente las reglas. 

Para hacerlo proponen tres acciones:

1- Generar un ecosistema de alternativas interoperables

La Infraestructura Digital Pública debería basarse en un sistema de colaboración entre soluciones y aplicaciones distribuidas, pequeñas e interoperables, construido sobre un conjunto compartido de reglas y protocolos abiertos. Así, todas las soluciones incorporadas a la Infraestructura Digital Pública estarían abiertas a la integración con otras herramientas construidas sobre el mismo marco.

Para ayudar a que este ecosistema prospere, la Comisión y otros órganos rectores (desde el nivel local hasta el supranacional) deberían aprovechar sus propias palancas de configuración del mercado, fortaleciendo el establecimiento de normas a través de, por ejemplo, la contratación pública. Asimismo, la Comisión Europea debería proporcionar recursos para crear un Fondo de Tecnología Pública independiente, que apoyara el desarrollo de aplicaciones más allá de la propia la Infraestructura Digital Pública.

2- Nuevos modelos de gobernanza

Ninguna entidad centralizada individual, pública o privada, controlaría la Infraestructura Digital Pública. El sistema se regiría sobre la base de un conjunto compartido de reglas y protocolos que establecería, por ejemplo, la interoperabilidad, el intercambio de datos y la gestión de identidades. En este modelo, la sociedad civil, las instituciones públicas, la academia y la comunidad tecnológica de interés público estarían facultados para dar forma de manera colaborativa a las reglas, estándares y modelos de gobernanza.

La Comisión Europea debería proporcionar los fondos para el establecimiento de una Agencia de Infraestructura Digital Pública totalmente independiente, encargada de integrar a la comunidad y proporcionar los recursos necesarios para el mantenimiento y auditoría de sus componentes. 

3- Datos abiertos e identidad digital 

A cada usuario de Internet se le proporcionarían los medios para controlar su identidad digital y sus datos personales, que podría compartir en los términos que considerase oportunos. Los desarrolladores de aplicaciones y servicios podrían aprovechar los datos comunes generados por los usuarios de una manera responsable y justa, en lugar de tener que gestionar sus propios repositorios de datos para competir. 

 

Iniciativas existentes en esa línea

El objetivo final de la Infraestructura Digital Pública sería dar cohesión y consistencia a iniciativas, muchas ya existentes, que abordan Internet desde una perspectiva colaborativa real y abierta pero que son pequeñas, locales y poco coordinadas.

Iniciativas como la herramienta de Digitalización Democrática de la Educación, activa ya en Catalunya, que integra diversas aplicaciones de acceso abierto que sustituyen y tratan de frenar la implantación en las escuelas de la suite Google for Education, son un ejemplo. 

 

 

En el ámbito de la economía de plataformas proyectos como Consegnetiche en Bolonia o FromTo en Vancouver han tenido un éxito notable, pero en tanto que son locales tienen dificultades para ganar tracción y se enfrentan a una dura batalla cuando tratan de competir con la experiencia de usuario y la masa crítica de la que disponen los grandes operadores.

 

Grandes retos

Son muchos los retos que debería afrontar una infraestructura digital pública para ser viable. Por citar algunos:

El desconocimiento. Las grandes plataformas han conseguido un nivel de conocimiento y de capacidad de generar confianza entre la población del que carecen las alternativas locales. 

El efecto red. Las grandes plataformas han alcanzado un nivel de penetración que, en muchos ámbitos, las hace difícilmente sustituibles.

La ciberseguridad. Los ataques a las infraestructuras digitales crecen y se sofistican. Las grandes corporaciones disponen de un nivel de protección del que no disponen las pequeñas, más vulnerables en tanto que no tienen los recursos de protección necesarios y su nivel de apertura es mayor.

El modelo publicitario. A pesar de que son una competencia natural, buena parte de los ingresos que reciben los medios de comunicación tradicionales dependen de las grandes plataformas. Construir un modelo de negocio alternativo no será fácil.

Defensa de la competencia. Una masiva inyección de fondos públicos a un determinado modelo que dificultara la libre competencia de los agentes del mercado podría ser impugnada por los grandes operadores.

Para revertir el modelo actual hará falta superar retos como estos, pero sobre todo dinero y mucha voluntad política. Hoy por hoy, las infraestructuras digitales dependen de la bondad/maldad de individuos cada vez más ricos.

Joan Rosés

 

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