Foto Bicicletas Solé en Unsplash

La vida a trocitos

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La fragmentación se impone en las nuevas formas de organizar el trabajo, en la educación del futuro, en los hábitos de comportamiento, en las relaciones personales, en la atención… Parece divertido pero tiene consecuencias

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Vivimos en la fragmentación y la asumimos como algo propio de los tiempos que corren. Aceptamos e incluso nos complacemos en las relaciones breves, los textos cortos, las amistades efímeras, los trabajos temporales, el cambio permanente, la disrupción como método… Hemos aprendido a trocear el tiempo.  

Todo empezó, tal vez, con la revolución industrial de principios del XIX cuando la mecanización del trabajo obligó a especializarse, o cuando el fordismo de principios del siglo XX impuso la fabricación en cadena. Aunque es probable que la vida se empezara a fragmentar definitivamente cuando la digitalización impuso sus ritmos y condiciones, a principios del XXI.

La fragmentación se impone en las nuevas formas de organizar el trabajo, en cómo se plantea la educación del futuro, en los hábitos de comportamiento y consumo que adquirimos desde la infancia, en cómo nos relacionamos, en la atención que prestamos a lo que nos rodea, en cómo procesamos la información… 

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Trabajo

En su libro “El trabajo ya no es lo que era”, Albert Cañigueral recuerda la frase del profesor del MIT Thomas Malone: “mi padre tuvo un solo trabajo toda su vida, yo tendré siete trabajos diferentes a lo largo de mi vida, mis hijos van a tener siete trabajos a la vez”. 

Unos le llaman uberización de la economía. Otros, plataformización. El modelo de organización que asimilamos a los riders se extiende a otros ámbitos laborales. También a los de más alta cualificación. La aportación de cualquier trabajador se puede trocear en múltiples habilidades y distribuir entre personas distintas. Las empresas se aprestan a cambiar trabajadores por prestadores de servicios. Sin vínculo, sin plantilla (o la mínima). El trabajo concebido como mero recurso, organizado preferiblemente a través de intermediarios. Esa es la tendencia. 

En la nueva economía se acaba el tedio de tener que trabajar siempre para el mismo jefe o la misma empresa, se sustituye el despido por el cese de la prestación de servicios, se deja de sentir miedo al cambio porque cambiar es lo habitual, no hay temor a volver a empezar porque siempre hay que volver a empezar. Parece divertido. Albert Cañigueral habla en su libro de “una vida basada en bolos”, un concepto que nos evoca el mundo simpático de los artistas. Pero añade que ”mal gestionada y sin protecciones sociales puede ser un infierno”.

En ese nuevo mundo en el que todos somos artistas la estabilidad que proporciona el modelo tradicional desaparece. De hecho, lleva años desapareciendo a causa de las altas tasas de trabajo temporal, sobre todo en España. La estabilidad debe encontrarla uno mismo, sin la ayuda del tejido empresarial ni la complicidad del modelo social imperante. O deberá proporcionarla el Estado, obligado con este modelo a ampliar sus coberturas si quiere evitar el desastre. 

Gráfico Albert Cañigueral

Visto con perspectiva histórica, la plataformización incorpora la clase media a una forma de trabajar y vivir que ya conocen las colectivos más desfavorecidos, acostumbrados a la precariedad y a la temporalidad, herederos de aquellos que durante la industrialización del siglo XIX hacían cola en la puerta de las fábricas para conseguir algunas horas de trabajo.

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Educación

Aunque la educación sigue inercias más pausadas y resistentes al cambio -lo cual es motivo de no pocas críticas- también ahí se vislumbra una tendencia creciente a la fragmentación. 

Ivan Bofarull, experto en innovación en Esade, resumía recientemente las principales tendencias de la educación superior, entre ellas el troceamiento de los estudios superiores. 

El empeño de las universidades en preservar la constancia del conocimiento mediante el acompañamiento del estudiante durante al menos cuatro años se enfrenta a la transformación acelerada de la sociedad y de un mercado de trabajo que reclama aspirantes con habilidades nuevas y cambiantes. Se impone un nuevo modelo basado en la agilidad y la brevedad. Llegan las microcredenciales.

Las microcredenciales son certificaciones que evidencian logros, competencias o conocimientos específicos adquiridos por una persona. Es decir, titulaciones exprés conseguidas en períodos breves de formación. 

Incluso la Unión Europea fomenta las microcredenciales porque “abren la educación a más personas debido a su carácter flexible y a corto plazo, abiertas a todos los tipos de alumnos”. Se anunciaron en la Agenda Europea de Capacidades, publicada el 1 de julio de 2020, como una de sus 12 acciones emblemáticas para apoyar la calidad de la educación en Europa.

Bofarull cree que se impondrá un modelo mixto en el que sobrevivirán las universidades de prestigio que con su marca avalan los títulos que expiden, con plataformas, academias y otro tipo de universidades especializadas en cursos cortos, basados en habilidades y en constante evolución.

En el currículum educativo de un alumno pesará más la cantidad de conocimientos fragmentados que haya ido acumulando que un único título académico trabajado durante años a no ser que provenga de universidades o centros de élite que hayan sabido conservar el valor de su marca.

No es un proceso nuevo. En 2008 Jose M Cerezo ya decía que “el modelo educativo vigente hasta ahora se basaba en un continuo argumentario que formaba el corpus de todo el conocimiento. La información fragmentada no tiene un comienzo claro y menos aún un final. Lo fluido y lo digital se imponen, lenta pero inapelablemente, sobre lo sólido”.

La duda se plantea sobre la calidad de la educación y los conocimientos fragmentados. T. S. Eliot  se preguntaba: «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?». 

Podríamos añadir: ¿Dónde la información que se descompone en fragmentos?

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Atención

Las causas que impulsan la fragmentación educativa no sólo provienen de la transformación del mercado laboral. Los hábitos de comportamiento con el que muchos adolescentes llegan a la educación superior, generados en gran parte por el uso intensivo de tecnologías digitales, condicionan su capacidad de atención y les prepara para un mundo de multitareas y recompensas inmediatas pero que dificulta su inserción en los procesos de recorrido lento que exigen una mayor concentración. 

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Foto jjfrias.com

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Begoña Gros Salvat, catedrática de Teoría e Historia de la Educación en la Universitat de Barcelona, decía en un reciente artículo que “el uso del móvil conduce a la sensación de ser capaces de hacer varias cosas a la vez. La multitarea en realidad es aparente ya que lo que hacemos es interrumpir por breves espacios de tiempo las tareas que realizamos. Por ello, hablamos de distracción, falta de concentración y dispersión” y recordaba que, según la lingüista Maryanne Wolf, “una gran parte de los lectores actuales no pueden leer una hora seguida sin consultar varias veces el teléfono móvil perdiendo la capacidad para fijar la atención en una tarea”.

En Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (2011), Nicholas Carr decía que el formato digital incita a buscar lo breve y lo rápido y aleja de la posibilidad de concentrarse en una sola cosa, de reflexionar y contemplar. “Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes”, declaraba en una entrevista a El País. 

Dos experimentos realizados por la Universidad de Chicago indican que incluso cuando las personas logran mantener una atención sostenida, como cuando evitan la tentación de revisar sus teléfonos, la mera presencia de estos dispositivos reduce la capacidad cognitiva disponible. 

En la Universidad de Princeton un grupo de investigadores estudió el comportamiento de las personas cuando viajaban. Aquellos que tomaron fotografías recordaban menos detalles del viaje que aquellos que no lo habían hecho, o no lo habían hecho tanto. “Crear una copia impresa de una experiencia a través de los medios de comunicación deja solo una copia disminuida en nuestras propias cabezas”, dice Diana Tamir, responsable del grupo de investigación.

Y no sólo el teléfono móvil provoca efectos cognitivos. Todas las tecnologías de apoyo tienen consecuencias. Por ejemplo, el estudio de Princeton concluye que las personas que para desplazarse se orientan mediante un sistema de navegación por satélite recuerdan menos detalles de dónde han estado que las que usan mapas. La mera expectativa de que la información esté al alcance de la mano parece tener un efecto reductor de la memoria.

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Consultar mapas ¿Quién hace eso? Foto de Daniel González en Unsplash

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La memoria y la concentración se van delegando en adminículos tecnológicos que amplían a la vez que sustituyen nuestras capacidades y nuestras formas habituales de relacionarnos.

Marc Prensky, escritor norteamericano que introdujo el concepto de ‘nativo digital’, considera que mientras para los padres y educadores “el conocimiento es poder”, para los nativos digitales el nuevo referente es “compartir el conocimiento”. La información fragmentada se consolida como una moneda de cambio.

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Cultura

A finales del año pasado, el teórico de la comunicación Carlos Scolari publicó el libro Cultura Snack en el que recopila y analiza una gran variedad de formatos breves propios de la cultura digital. Microblogs, tuits, memes, spots, trailers, teasers, videoclips, lipdubs, webisodios, sneak-peeks, mobisodios…

Sus características principales son brevedad, miniaturización, fugacidad, fragmentación, viralidad, remixabilidad, infoxicación, movilidad, velocidad…

Formatos que aparecieron como lo que Scolari denomina “contenidos intersticiales”, esto es, destinados a completar los espacios muertos entre los grandes contenidos, pero que con el tiempo se han convertido en el paradigma del nuevo consumo cultural.

Cualquier historia, reflexión filosófica, argumentación o planteamiento artístico y cultural debe ser resumible. Decía Jorge Wagensberg en ‘Más árboles que ramas’, que “si al exprimir una buena nueva reflexión resulta que no gotea ni un buen aforismo, podemos hallarnos ante el indicio de que a la reflexión le falta todavía un hervor.”

La cultura digital hace suya esa máxima y la impone como modelo incontestable. Exprimir para reducir e intercambiar.

Y no hemos hablado de la amistad ni de las relaciones de pareja, ni…

Joan Rosés

2 comments
  1. Espero que los que realmente trabajan en educacion y esten al cargo de universidades no presten mucha atencion al Big Tech y sus piruetas, ni confundan microcredenciales y demas certificaciones con educacion per se.

    El Big Tech quiere conseguir dos cosas: maximizar provecho y minimizar costes (i.e. maximizar provecho.) La “plataformizacion” no es mas que lo segundo, y lo tenemos estudiado. Pero la plataformizacion hasta ahora solo ha afectado a aquellas personas con menos nivel de educacion, los que trabajan repartiendo bolsas o personas hasta que tengamos robots para reemplazarlos (aqui no podemos externalizar el trabajo a la India o a la China, porque el reparto hay que hacerlo en casa. Pero los robots ya vienen.) Mirando hacia el futuro, toca pensar como explotar a la siguiente clase de trabajadores, los que hacen los robots para reemplazar a los de abajo. Pues bien, aqui tambien podemos minimizar costes: atacamos a la educacion y la substituimos con nuestras certificaciones y microcursos. Cuando los trabajadores se vean sin educacion y con un monton de certificaciones que no sirven para nada fuera de esa empresa o ese trabajo en particular, el mercado laboral pierde flexibilidad, y con un poco de suerte los sueldos caen, o como minimo dejan de subir.

    Dicho eso, yo creo que si hay problemas sociales en cuanto trabajo/educacion se refiere, en particular a como el nivel de educacion funciona mas como discriminatorio a la hora de contratar que no como prerequisito, y como eso, combinado con el acceso desigual a la educacion en algunos paises y en los EU de A en particular, resulta en un mercado laboral discriminatorio. Pero eso son problemas reales, y Big Tech no esta aqui para solucionarlos, sino para explotarlos.

    Quien piense que Big Tech viene a solventar nuestros problemas, sociales en general y de trabajo/educacion en particular, esta equivocado. Y si esa persona trabaja en educacion, es un peligro para nuestra sociedad.

  2. Todo el conocimiento nos es dado por la atención. El asalto de lasredes sociales y similares a la atención es un asalto al alma humana. Hablar de “la economía de la atención” ya es degradarla. Una de las batallas de la resistencia íntima que proclama Josep M. Esquirol consiste en no perder el control de nuestra atención.

    Muy cordialment

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