Foto: Tama Leaver en VisualHunt

Marc Amorós: “La mentira nunca ha estado tan premiada”

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“¿Por qué las fake news nos joden la vida?”, último libro de uno de los periodistas españoles que mejor conoce los entresijos de la desinformación

Marc Amorós lleva años analizando el fenómeno de las noticias falsas. En su último libro aborda las consecuencias de la desinformación, entre ellas la degradación del mensaje político y la erosión del periodismo. Hablamos con él.

En 2018 publicaste “Fake News, la verdad de las noticias falsas” ¿Qué aporta tu nuevo libro?

Las noticias falsas son eso, falsas, pero sus consecuencias son reales. En el primer libro analizaba el fenómeno, en éste me centro en los efectos que las noticias falsas tienen en las personas y en la sociedad. Estamos en una era de comunicación fake en la que la falsedad juega en la misma liga que la verdad. Lo paga el periodismo y lo pagan las personas.

Dices en el título que las fake news nos joden la vida.

Nos joden la vida porque nos invaden y no las podemos controlar. Adulteran nuestra toma de decisiones. Son armas que se utilizan cada vez más en batallas ideológicas que determinarán la forma en que nos relacionaremos como individuos y como sociedad.

¿Por ejemplo?

¿Qué pasará si cuando salgan las vacunas contra la Covid, un 10 o un 20% de la población se niega a vacunarse porque ha estado expuesta a una desinformación continuada que denigra las vacunas?

La mentira es tan antigua como la propia humanidad, ¿qué hace que hoy sea más preocupante?

Mentir se ha mentido siempre pero la mentira nunca ha estado tan permitida ni tan premiada. Ahora las noticias falsas se utilizan para desacreditar evidencias científicas y para inocular mensajes a favor o en contra de posiciones ideológicas.

¿Cuesta más distinguir la mentira que antes?

Los medios actuales nos presentan un escenario en el que todo puede ser verdad o puede ser mentira y te toca a ti decidir. Es el argumento que utilizan las plataformas tecnológicas cuando alegan que ellos no deben actuar contra la desinformación porque el ciudadano debe ser libre de elegir qué se cree y qué no. La responsabilidad recae en nosotros.

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La política ha descubierto que las noticias falsas son baratas, no hay control, quedan impunes, cuesta comprobarlas y se tarda mucho en contrarrestar sus efectos

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¿Se degrada la verdad o la mentira corre más deprisa?

Hay más abundancia de mentiras que nunca, las tenemos más accesibles y a la vez corren más rápido. El nuevo ecosistema de medios y redes facilita la producción de falsedades. Antes los grandes productores de mentiras eran los gobiernos o las instituciones pero había un cierto control. Ahora los ciudadanos, movimientos con intereses determinados, lobbies, etcétera se apuntan a producir grandes cantidades de mentiras. Generan un ecosistema inmenso de información que no se puede controlar.

La novedad son las redes sociales.

Sí, pero en la campaña de las elecciones norteamericanas la desinformación ya no corre tanto por las redes sociales como lo hizo en 2016. En esta campaña se ha utilizado también el correo electrónico y los mensajes al móvil. Aumenta la influencia de las falsedades porque se personaliza el mensaje. Conocen tus preferencias y te cuentan la mentira que quieres oír. 

¿Los hechos han perdido importancia?

Para las técnicas actuales de comunicación política lo importante es fijar el relato, después se adaptan los hechos para que concuerden. Como digo en el libro y dijo también el historiador Yuval Harari “somos esclavos de las mentiras que nos creemos”.

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Marc Amorós junto a la portada de su último libro

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En un capítulo del libro dices que las fake news pueden matar. Las campañas antivacunas podrían ser un ejemplo. ¿Hay más?

No sólo lo digo yo. También lo dijo Josep Borrell. La difusión de tratamientos falsos de la Covid ha provocado más de mil muertes en el mundo. En Argentina, un falso remedio que circuló por las redes provocó la muerte de un niño de 5 años. En México, en la India y en algunos países latinoamericanos ha habido linchamientos contra personas a las que se acusaba falsamente de secuestrar niños a raíz de un audio falso.

En la sociedad se está generando una cierta presión para que las empresas tecnológicas respeten criterios éticos y no vulneren derechos. Pero parece que la política va en sentido contrario. La mentira y la crispación se están convirtiendo en lo habitual.

La política ha descubierto que las noticias falsas son una herramienta muy efectiva para llegar al ciudadano y manipularlo. Son baratas, no hay control, quedan impunes, cuesta comprobarlas y se tarda mucho en contrarrestar sus efectos. Las fake news convierten una mentira en verdad hasta que con el tiempo puede desmentirse. Si corriera por las redes que tengo tres piernas, el trabajo que tendría para desmentirlo!

¿La mentira se ha institucionalizado?

Más de 70 gobiernos en el mundo se dedican a difundir intoxicaciones de forma deliberada y estratégica sobre todo para influir en su propia población, pero algunos también actúan fuera de sus países como es el caso de Rusia, Irán o China.

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Donald Trump, el exponente más visible de la desinformación institucionalizada.
Photo: outtacontext on Visualhunt

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En los últimos años el periodismo está dedicando más recursos a la verificación de datos. La tarea es meritoria pero parece que no cunde.

La verificación de datos debería ser intrínseca al periodismo aunque visualizar ese trabajo contribuye a que la sociedad reflexione sobre la información que consume y ayuda a poner en valor el propio periodismo. El problema de la verificación de datos es que siempre llega cuando el mal ya está hecho. Y cuesta mucho revertir el daño de una falsedad.

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El actual ecosistema informativo provoca sobre abundancia de noticias, desinforma por exceso, genera angustia y facilita la propagación de falsedades

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Los medios tradicionales llevan años en crisis. Salvo alguna excepción, no parece que los contenidos de pago compensen la caída de la publicidad. ¿Cómo se recupera el periodismo si sus fundamentos económicos fallan?

El periodismo es la mejor solución contra la desinformación pero debe revisar cómo recupera su papel de medio confiable. La estructura económico financiera que soporta el periodismo se ha roto y eso lleva a la precarización de los periodistas y la devaluación de su papel. El periodismo se creyó una historia que no funciona. Se creyó que en el entorno digital generaría un volumen de tráfico tal que la publicidad compensaría la gratuidad.

Pero hay más periódicos que nunca.

En España se ha pasado de unos 60 periódicos a más de 3.000. Es inviable. La gratuidad ha sido un error. El periodismo cuesta dinero. Es más cara una noticia real que una noticia falsa. A esto se suma que las redes han generado la convicción mágica de que cualquiera puede crear contenidos y además, gratis.

Hablamos de desinformación pero, con tantos medios, ¿no se genera saturación y exceso? ¿No se está produciendo más ruido que información?

La historia nos enseña que puedes desinformar a la sociedad mediante asfixia informativa, restringiendo la información para controlar el relato, o sobreinformando a la población de forma que nadie pueda digerir los inputs que recibe. Son técnicas clásicas de intoxicación. La novedad es que ahora existe un ecosistema de medios que facilita la sobreabundancia de noticias y que incluso provoca angustia informativa, la necesidad de estar siempre conectado por si me he perdido algo. 

La televisión no es ajena a este efecto. No solo lo provocan las redes sociales.

La televisión ha convertido la información en espectáculo. No la contextualiza sino que en muchos casos la utiliza como herramienta de confrontación. Lo dijo Rosa Maria Calaf: “creemos que estamos informados pero resulta que sólo estamos entretenidos”. Incluso los telenoticias están estructurados como películas de Hollywood que acaban siempre con un happy end reconfortante, los deportes, el tiempo, las curiosidades… a pesar de que minutos antes te han contado miserias. Culpar únicamente a las plataformas tecnológicas es un error. También la televisión tiene su parte de responsabilidad. 

La tecnología facilita la creación de videos falsos que parecen reales. ¿Son realmente peligrosos o quedarán reducidos a una forma de entretenimiento propia de las redes?  

Se circunscriben a las redes y no creo que pasen a las televisiones pero son peligrosos porque se utilizan en la lucha política. 

Pero muchas televisiones hacen seguidismo de lo que ocurre en las redes.

Si un mensaje eclosiona en las redes, las televisiones lo utilizan. Lo hacen también los políticos. En el último debate electoral en Francia, Marine Le Pen le dijo a Macron que confiaba que no fuera un evasor de impuestos. Se refería a una noticia falsa lanzada días antes por un grupo de extrema derecha. Marine Le Pen la utilizó y la puso en la televisión.

Para acabar, cuéntame alguna noticia reciente, falsa claro.

Una, que Trump murió del coronavirus y ha sido sustituido por un clon. Otra: en Bélgica ha corrido que un niño ha muerto por llevar mascarilla.

Joan Rosés

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