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Para qué sirve la ética

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Cinco preguntas que ayudan a tomar decisiones en situaciones complejas

La BBC y HBO coprodujeron en 2019 una atractiva miniserie llamada “Years and Years“. En resumen, la serie refleja las dificultades y complejidades del mundo actual a través de la vida de una familia. No recomiendo verla antes de acostarse; es un tipo de programa que puede provocar ansiedad. La serie expone, de forma muy efectiva, una especie de ansiedad colectiva que todos nosotros sentimos por los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor y una sensación de creciente impotencia hacia el mundo.

No tiene porqué ser así. Tenemos alternativa si utilizamos las herramientas que nos permiten tomar mejores decisiones tanto si somos ciudadanos, legisladores, directivos empresariales u organizaciones sin ánimo de lucro. La alternativa de las decisiones éticas.

Dirijo un centro de ética y he pensado y escrito sobre ética durante un par de décadas. La ética, según algunos, se remonta al 1800 y a Immanuel Kant, aunque muchas de las ideas en las que basamos los juicios éticos se originan con Sócrates, Platón, Confucio y otros. También encontramos ideas importantes sobre ética en el Corán, la Torá, la Biblia y otros textos sagrados. Si estudiamos la historia y el lenguaje africanos hallamos ideas claras sobre la ética. No son ideas nuevas, pero han sobrevivido debido a su importancia para orientar nuestra vida.

¿Por qué la ética? Porque nos proporciona un conjunto de principios universalmente compartidos mediante los cuales podemos tomar decisiones difíciles sobre situaciones complejas.

Por lo general, utilizamos cinco criterios éticos para ayudar a que las personas analicen los problemas y tomen la mejor decisión. Considero que hacerse algunas preguntas difíciles sobre una situación determinada a menudo puede dar buen resultado. Preguntas como: ¿tenemos suficiente información precisa para tomar una buena decisión? ¿Esta decisión dañará a alguien o a algún grupo de personas? ¿Estamos teniendo en cuenta a todas las personas que podrían verse afectadas por esta decisión? ¿Mi decisión sirve a la comunidad en su conjunto o solo a algunos miembros? ¿Estamos considerando los derechos básicos de todos los afectados? ¿Mi decisión se adecuará al tipo de persona que aspiro a ser?

Foto de William Bossen en Unsplash

Pongamos el ejemplo del cambio climático. Disponemos de una creciente cantidad de indicadores que necesitamos recopilar y tener en cuenta, sin duda. El aumento de la temperatura global, el calentamiento de los océanos, la reducción de las capas de hielo, el retroceso de los glaciares y el aumento del nivel del mar nos dicen claramente que algo está sucediendo. De hecho, la mayoría de las organizaciones científicas consideran con un 95% de probabilidad o más que estos efectos se deben a la actividad humana que comenzó a mediados del siglo pasado.

En primer lugar, ¿los responsables políticos reconocen la gravedad del problema? Y en segundo lugar, ¿adoptan medidas para abordarlo de manera efectiva? ¿Somos nosotros, como votantes, responsables de ello? ¿Podemos implantar políticas que preserven los empleos y promuevan una economía fuerte pero que reduzcan significativamente la producción de gases de efecto invernadero? ¿Estamos considerando qué políticas producirán el mayor bien y el menor daño para la humanidad y el planeta?

Foto de ev en Unsplash

La inmigración es otro ámbito donde la toma de decisiones éticas marcaría la diferencia. Este es un tema cargado de emociones, a menudo impulsadas por líderes políticos. Pero las políticas humanas y efectivas rara vez surgen de las emociones intensas. En este tema, también sería mejor reunir datos y usarlos como base para iniciar un diálogo significativo sobre la política de inmigración.

En Estados Unidos, la inmigración se encuentra actualmente en su punto más bajo. Además, la administración actual ha eliminado prácticamente la posibilidad de que los refugiados encuentren asilo. Sin embargo, somos un país de inmigrantes, por lo que impedir la inmigración y el asilo parece contradictorio con nuestros valores fundamentales. ¿Podemos desarrollar una política que se base en nuestro compromiso con los derechos humanos? ¿Cuál es la mejor manera de ayudar a las personas que huyen de los países a causa de la persecución y de la amenaza a su propia existencia? ¿Podemos acordar un conjunto de pautas que no discriminen por raza, origen étnico o religión?

Cinco preguntas

Ante estas dos crisis, deberíamos preguntarnos:

¿Qué opción causará mayor bien y hará menos daño?

¿Qué opción respeta mejor los derechos de todos los afectados?

¿Qué opción trata a las personas con equidad y proporcionalidad?

¿Qué opción sirve mejor a la comunidad en su conjunto, no solo a algunos miembros?

¿Qué opción me lleva a actuar como el tipo de persona que quiero ser o como el tipo de nación que queremos ser?

Enseñamos este método de toma de decisiones éticas en universidades, organizaciones sin ánimo de lucro, prestadores de atención sanitaria, responsables políticos y empresas de la lista Fortune 500. Mi esperanza para 2020 es que más personas consideren la ética como una vía para tomar mejores decisiones. Albert Camus escribió: “Un hombre sin ética es una bestia salvaje desatada sobre este mundo“. Nuestro mundo merece algo mejor.

Don Heider

Don Heider es director ejecutivo del Markkula Center for Applied Ethics en la Universidad de Santa Clara, California.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en la web del Markkula Center. Léalo aquí
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