Foto de Alireza Khoddam en Unsplash

Punto de no retorno

0 Shares
0
0

Se dispara el valor de las grandes corporaciones tecnológicas. Se debilita el gobierno de lo público, endeudado y sin confianza. ¿Hay vuelta atrás?

Cuando analizan el calentamiento global del planeta, los científicos alertan de un punto de no retorno a partir del cual la vida no volverá a ser como la conocemos. En la escalada tecnológica, tal vez ya hemos alcanzado ese nivel a partir del cual la gobernanza del mundo no volverá a ser la misma. El hito conseguido por Apple al convertirse en la primera empresa cotizada en Estados Unidos que alcanza los 2 billones de dólares de capitalización bursátil simboliza el poder, tal vez irreversible, que están acumulando las grandes corporaciones tecnológicas.

En los últimos doce meses, Amazon ha crecido un 78%, Microsoft, un 55%, Google, un 29%, Tesla, un increíble 651%, Nvidia, un 208% y Apple, un 126%. En el reverso de la moneda, los poderes públicos occidentales se han debilitado, endeudados e incapaces de generar confianza.

Al inicio de la pandemia algunas opiniones destacaron el poder que parecían recuperar los gobiernos de lo público cuando imponían drásticas medidas de restricción de la vida ciudadana que la gente, mayoritariamente, seguía. Se reforzaba una autoridad derivada de la emergencia aunque ejercida, como se vio enseguida, mediante una gran desorientación y una falta de datos y conocimiento, sorprendente cuando lo que más abunda en el mundo es información. El aparente fortalecimiento de la gobernanza de lo público ocultaba, además, una gran debilidad: su actuación se sustentaba en el endeudamiento.

Reunión extraordinaria del Consejo Europeo. Julio de 2020

.

Los poderes públicos están obligados a frenar la pandemia y a paliar el mayor desplome de la economía mundial desde el fin de la segunda guerra mundial. De momento, se prevé una caída del 5,2% del PIB mundial y un 9,1% del PIB europeo. 

No se generan suficientes recursos para atender las demandas de la población. Hay que endeudarse. Una vez más, no queda otro remedio que sortear la emergencia hipotecando el futuro. 

Quién puede diseñar el futuro

Los gobiernos se descapitalizan y endeudan mientras las grandes corporaciones privadas se revalorizan hasta niveles nunca vistos. Apple vale el doble que todo el Ibex y más que el CAC francés. Microsoft tiene un valor similar al PIB español. Amazon supera todo el DAX alemán. Alibaba vale más que el PIB de Bélgica.

Las grandes corporaciones tecnológicas acumulan no sólo el capital sino también el conocimiento para diseñar el futuro. Los poderes públicos, apabullados por la atención de las emergencias, apenas tienen capacidad para diseñar aquello que va más allá de lo urgente. 

La visión a largo plazo y la capacidad sostenible de inversión necesaria para transformar el mundo está quedando en manos de las grandes corporaciones. A fuerza de emergencias, los gobernantes de lo público deben limitarse a administrar las prioridades de lo cotidiano. ¿Pero qué priorizar cuando el mundo se descose por todas sus costuras?

Priorizar las prioridades

El plan de recuperación europeo obliga a reforzar la economía digital y la transformación de pymes y administraciones. Prioritario. 

Urgen las inversiones para luchar contra la emergencia climática. Prioritario.

Se ha puesto de manifiesto la escasez de recursos de la sanidad pública. Habrá que aumentarlos y dar un empuje a la investigación médica y científica. Prioritario.

La educación requiere más recursos técnicos y humanos. Prioritario.

Es preciso salvar a los sectores más afectados por la crisis. En España, el turismo, pero también el automóvil,… Prioritario.

Hay que estimular la economía y el consumo y evitar el cierre de empresas. Prioritario.

Es imprescindible salvar el estado del bienestar, hacer efectivo el ingreso mínimo vital, alargar los ertes, más dotación para subsidios y no tocar las pensiones que suponen el colchón sobre el que subsisten muchas familias. Prioritario.

Se hace imprescindible apoyar la cultura como servicio esencial. Prioritario.

De momento no ha habido crisis financiera. Si la hubiera a consecuencia del aumento de la morosidad y de la quiebra empresarial, habría que salir al rescate. Sería prioritario.

Para rematar la debilidad estructural de lo público, las propias instituciones se autolimitan. El Tribunal General Europeo acaba de dar la razón a Apple en su litigio con la Unión Europea que le exigía pagar 13.000 millones de euros en impuestos no abonados. 

Hacia un gobierno privado

Más prioridades, más endeudamiento, más debilidad recaudatoria de lo público. Más poder para las big tech. La situación empieza a preocupar.

En julio, los CEO de Apple, Google, Amazon, Facebook comparecieron ante una comisión del Congreso de los Estados Unidos para responder sobre supuestas prácticas monopolísticas. “Simplemente tienen demasiado poder”, manifestó David Cicilline, congresista demócrata que preside la comisión, que alertó de los riesgos de que se constituya un “gobierno privado” de la economía y de la democracia.

Los CEO de Amazon, Apple, Facebook y Google declarando por videoconferencia ante la comisión del Congreso de los Estados Unidos en julio de 2020.

.

Preocupa la acumulación de poder de las grandes corporaciones tecnológicas y preocupa cómo lo están ejerciendo.

Hay evidencias de que Amazon utiliza los datos de las empresas que comercian en su mercado digital para desarrollar y beneficiar a sus propios productos; Google monitoriza el tráfico de su buscador y sus aplicaciones para neutralizar amenazas competitivas; Apple impone duras condiciones para acceder a su tienda de aplicaciones e incluso bloquea a sus competidores; Facebook presiona y amenaza cuando intuye cualquier competencia. 

El modelo sobre el que se asienta el poder

Algunos analistas sugieren que de estas comparecencias podría iniciarse el camino al fraccionamiento de las grandes corporaciones. “Tienen demasiado poder, son demasiado grandes, lo están utilizando en beneficio propio: hay que dividirlas”.

El problema es que esta vez no se trata sólo de acumulacion de poder, tal vez abordable con medidas antimonopolio, sino del modelo sobre el que se asienta ese poder. 

El analista Benedict Evans duda de que una política antimonopolio contra estas compañías tuviera efecto. No lo tuvo con Microsoft hace unos años, tampoco lo tendría ahora. El motivo: los efectos de red. Esto es, la cantidad de usuarios acumulada, los datos ya obtenidos, la presencia dominante difícilmente sustituible. Sus productos se han convertido en imbatibles porque agregan una masa irreemplazable de usuarios. Los productos de la economía digital son mejores cuanto más amplia es la red de sus usuarios.

Deberíamos entender los efectos de red como un monopolio natural. Tanto en un producto con efecto de red como en un monopolio natural, una vez se tiene el dominio del mercado, ese dominio persiste no debido a ningún comportamiento anticompetitivo por parte de la empresa que lo posee sino por la mecánica y a la economía del producto.” dice Evans.

Además, los CEO de las big tech americanas saben que ante el empuje creciente de los “monopolios” chinos ningún político norteamericano optará por debilitar a sus empresas. El tamaño de sus corporaciones se ha convertido en un elemento estratégico. El poder, aunque sea injusto, no se puede ceder.

¿Hay alternativas a la privatización de la democracia?

¿Qué hacer? ¿Hay alternativas que impidan la creación de ese gobierno privado que denunciaba el congresista demócrata? ¿Estamos a tiempo de evitar el debilitamiento definitivo de lo público y que la acumulación de capital y poder de un número reducido de empresas sea irreversible?

Dos vías parecen apuntarse. La vía de la opinión pública y la de la legislación. Una opinión pública informada que presione y denuncie la formación de ese poder silencioso y antidemocrático, y frene, tal vez, el consumo de sus productos, y el uso decidido de la legislación, todavía en manos de los gobernantes de lo público, para limitar su expansión ilimitada.

Foto de Guillaume Issaly en Unsplash

.

La opinión pública ha dado algunos pasos significativos en los últimos tiempos. Los movimientos #FridaysforFuture, #MeToo, #BlackLivesMatter… son ejemplos recientes de la capacidad de movilización popular. Sin embargo, los que se han dado contra los abusos de las grandes empresas tecnológicas han surtido, de momento, poco efecto.

Ni las injerencias en política ni la difusión de noticias falsas han afectado al negocio de Facebook. En plena pandemia, esta red social aumentó un 98% sus beneficios en relación al mismo periodo del año anterior y elevó un 11% sus ingresos. La publicidad no se ha visto afectada ni por el boicot que sufrió en junio por grandes anunciantes que rechazaban su papel en la desinformación ni por la crisis económica. Al contrario, creció un 10%.

De momento la batalla de la opinión pública la están ganando las corporaciones tecnológicas. Ofrecen modernidad, innovación y comodidad al tiempo que los poderes públicos acumulan descrédito y desconfianza. 

Legislaciones contradictorias

La vía legislativa, por su parte, debe superar también serios obstáculos, tal como ha evidenciado la sentencia del Tribunal General Europeo favorable a Apple. Las tecnologías están reguladas de forma muy distinta según los países. Las autoridades se valen de normas contradictorias porque en muchos casos responden a criterios profundamente dispares. Lo vemos en temas de protección de la privacidad, de control social, incluso en materia fiscal. El gobierno de la tecnología se ha vuelto global. El de lo público se desglobaliza.

Pese a los obstáculos, no parece que exista otra alternativa que seguir profundizando en ambos mecanismos. Extender el conocimiento público y la sensibilización social sobre los perjuicios que causan los monopolios naturales de lo digital y aprovechar todos los resquicios de las legislaciones y la capacidad de las administraciones para limitar su expansión.

No será una tarea fácil. Son mecanismos de largo recorrido y efectos retardados. Necesitan tiempo, un factor, otro más, que juega a favor de los oligopolios tecnológicos. Ellos saben acelerarlo. El dominio de la innovación les permite jugar con años de ventaja. Su anticipación consolida mercados antes que la opinión pública los advierta y los legisladores reaccionen.

Entre la infinidad de noticias que ha generado el verano, hay algunas que muestran las corrientes de fondo que definen el futuro.

Joan Rosés

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *