Trabajadores (rigurosamente) vigilados

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La organización Big Brother Watch advierte de la tendencia a usar tecnologías cada vez más sofisticadas e intrusivas en la vigilancia laboral. El estudio se centra en el Reino Unido. La ley de la IA puede frenar su implantación en la Unión Europea

 

La facilidad que proporcionan las tecnologías emergentes para la vigilancia y control de las personas ha hecho saltar las alarmas, tanto de las organizaciones civiles como de los legisladores. 

Uno de los ámbitos más proclives a la vigilancia es el laboral. Muchas empresas consideran imprescindible mejorar la productividad de su fuerza de trabajo y abogan por aplicar sin reparos las tecnologías que hacen posible seguir el comportamiento de los trabajadores hasta el mínimo detalle. Por su parte, los trabajadores y las organizaciones que los defienden denuncian exceso de vigilancia, falta de transparencia y vulneración creciente de sus libertades y derechos.

Una de estas organizaciones, Big Brother Watch, acaba de presentar un estudio sobre el nivel de vigilancia al que están sometidos los trabajadores británicos. Aunque el marco legislativo en el Reino Unido es distinto del europeo, los casos que detalla el estudio revelan la dimensión que está alcanzado la vigilancia laboral o podría alcanzar si se deja que el mercado tecnológico actúe libremente. 

Muchas de las prácticas que se aplican no son nuevas, otras sí. Puestas una detrás de otra, impresionan.

 

Vigilancia biométrica

En los últimos años, la tecnología biométrica ha pasado de ser una herramienta futurista a formar parte del día a día de muchos trabajadores. El uso de escáneres de huellas dactilares y el reconocimiento facial para los controles de acceso es cada vez más común. 

Serco es una empresa que gestiona 38 centros deportivos y gimnasios en el Reino Unido. Para controlar el acceso de sus 2000 empleados implantó sistemas de escaneo de huellas dactilares y de reconocimiento facial. Hasta febrero de este año había efectuado 7 millones de escaneos. Intervino el Comisionado de Información del Reino Unido (ICO) y la empresa se defendió alegando que la biometría era la única tecnología capaz de impedir que unos trabajadores fichasen por otros o falsificaran las tarjetas de presencia, algo habitual, por lo visto. La ICO dictó una resolución histórica y ordenó que se cancelaran estas prácticas. El fin no justificaba los medios.

“John” trabajaba de limpiador en una escuela cuando en 2020 una empresa se hizo cargo del servicio. Para mantenerle el puesto de trabajo la empresa le exigió instalar una aplicación de reconocimiento facial en su teléfono móvil. Si no lo hacía, no cobraría. “John” se negó, denunció su caso a Big Brother Watch, la organización intermedió y la empresa retiró la orden.  

Plataformas de reparto como Uber Eats y Deliveroo recurren habitualmente al reconocimiento facial para verificar la identidad de los conductores. En el Reino Unido siguen considerados autónomos, y como tales los trabajadores de plataformas tienen derecho a enviar un sustituto, lo cual ha propiciado un mercado paralelo de sustituciones. Los titulares de cuentas registradas las alquilan a otras personas, a menudo al margen de los canales oficiales de las plataformas. En ocasiones, los sustitutos no tienen permiso de trabajo. Según las empresas, la medida se debe a la presión que reciben de las autoridades para combatir la inmigración ilegal y el fraude. 

 

Seguimiento de la productividad

Existe una gran variedad de métodos para controlar si los trabajadores trabajan. Algunos son de uso habitual.

Teramind es un software que permite registrar las pulsaciones en el teclado de un ordenador. Puede calcular cuánto tiempo un trabajador ha permanecido activo y hacer una estimación de su productividad. Puede también activar alertas cuando identifica que un trabajador accede a sitios web de búsqueda de empleo o envía correos electrónicos con un currículum adjunto.

Microsoft Teams, cuando se integra con el paquete Office, anota una gran cantidad de datos sobre el comportamiento de los usuarios. Según el estudio, “crea las condiciones para que el rendimiento se equipare al trabajo ininterrumpido y los empleados se sientan presionados para estar perpetuamente ocupados, lo que hace que el lugar de trabajo sea más estresante y los trabajos más exigentes“. Se trata de una vigilancia de bajo nivel pero tan integrada en los hábitos laborales que Privacy International expresó su preocupación a la multinacional. Sin respuesta.

Zebra Technologies es una empresa norteamericana especializada en medición portátil de todo tipo de indicadores, también de rendimiento laboral.  En 2023, los trabajadores del servicio postal nacional (Royal Mail) denunciaron que estaban siendo monitorizados a través de unas PDA’s de Zebra y presionados para que trabajaran más rápido. El sistema vigilaba su rendimiento y lo comparaba con el resto de trabajadores.

Amazon también usa dispositivos Zebra para controlar el trabajo en sus almacenes. En 2018 el periodista James Bloodworth denunció los abusos que cometía la multinacional en el libro Hired. Se infiltró en la empresa durante 6 meses y contó su experiencia: “Es imposible no salir cabreado de allí después de ver cómo tratan a la gente: como si fueran animales. Sucedieron tantas cosas inaceptables que me dije: tengo que contarlo.”

 

“Sabemos dónde éstas, cómo conduces, incluso lo que dices”

En el ámbito del transporte y la logística son habituales los dispositivos que monitorizan la localización de los vehículos. Pero no solo hacen eso. 

La plataforma Lightfoot remite a los centros de control de las empresas de transporte información detallada de sus empleados. Analiza su forma de conducir, si rebasan los límites de velocidad y con qué frecuencia, el tiempo que están parados… Los datos alimentan un sistema de puntos que permite premiar o castigar a los conductores. Lightfoot también intenta “educarlos” mientras conducen. Primero les advierte con luces y luego con avisos sonoros. Si no respetan las advertencias se registra una sanción que reduce su cantidad de puntos.

También se está convirtiendo en habitual el control mediante cámaras de vídeo o micrófonos. 

Una empresa de autobuses de Brighton fue acusada por el sindicato Unite de grabar en secreto el audio de pasajeros y conductores. La compañía grababa conversaciones del interior de sus autobuses sin advertir a nadie.

National Express, una de las mayores empresas de autobuses del Reino Unido, somete abiertamente a sus conductores a un análisis segundo a segundo de su estado de vigilia, bienestar y concentración. En caso de detectar alguna anomalía el sistema alerta inmediatamente al centro de control. También acumula el historial de cada conductor y evalúa su rendimiento.

 

¿Exceso regulatorio?

Con la legislación actual, en España algunas de estas prácticas serían consideradas ilegales. Cuando entre en vigor la ley europea de inteligencia artificial las protecciones aumentarán.

Nos quejamos con frecuencia del exceso regulatorio sobre la tecnología que impera en Europa. Hay quien opina que tantas leyes están frenando el desarrollo de la economía europea. En vista de lo generalizado de esta opinión, hace unas semanas nos preguntábamos dónde radica el exceso y, por lo tanto, qué regulaciones sería conveniente suprimir.

Visto lo visto, ¿qué hacemos? ¿Aceptamos regular el uso de las tecnologías de vigilancia laboral o dejamos que campen a sus anchas?

Joan Rosés

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