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Uruguay renuncia a las noticias falsas (y no son fake news)

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Los partidos políticos de Uruguay acuerdan renunciar al uso de noticias falsas en campaña electoral. ¿Políticos renunciando a manipular la información? Parece ‘fake’ pero es real. 

Marc Amorós – Imaginemos un país sin noticias falsas. Imaginemos un país en el que dar noticias falsas fuera en contra de lo pactado. Imaginemos un país en el que las noticias falsas estuvieran tan mal vistas que hasta los políticos renunciasen a ellas. Imaginemos un país en el que las noticias falsas no se usaran como armas arrojadizas entre contendientes políticos en mitad de una campaña electoral. Imaginemos un país en el que se entendiera la lucha contra las noticias falsas como una cosa de todos y no sólo de las partes afectadas. Imaginemos un país que viera en las noticias falsas un peligro para la calidad de su democracia y optara por impulsar y firmar un pacto ético para apartarlas del debate político. 

Este país ya no es fruto de nuestra imaginación. Este país es Uruguay.

Desde el pasado 26 de abril de este año, Uruguay se ha convertido en el primero del mundo en conseguir que todos sus partidos políticos suscriban un pacto para renunciar al uso de las noticias falsas en campaña electoral. ¿Políticos renunciando a las noticias falsas? Parece fake pero es real. 

La idea del pacto ético contra las fake news surgió de los periodistas. Concretamente, de la Asociación de la Prensa Uruguaya y del Círculo de Periodistas Deportivos del país con el objetivo de conseguir una campaña electoral limpia y libre de desinformación tras las intoxicaciones que el fenómeno ha provocado en otros países de América Latina como Brasil y Argentina. 

La firma de este pacto entre todas las fuerzas políticas se ha convertido en algo pionero en el mundo y lo mejor de todo es que se ha logrado de forma consensuada y rápida. “No hubo grandes escollos para lograr el pacto. Todos los partidos respondieron muy positivamente al llamado de la Asociación de Periodistas y en poco más de dos meses concretamos su firma”, explica Luis Curbelo, coordinador de comunicación de los periodistas uruguayos. 

Una larga batalla

Desde hace unos años el mundo viene librando una guerra contra las noticias falsas. Su irrupción a raíz de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos en 2016 destapó la caja de los truenos y actualmente vivimos inmersos en una batalla cada vez más manifiesta contra la desinformación. Y no es para menos. En el mundo, el 50% de la gente se ha creído alguna vez una noticia falsa y su viralización es siete veces mayor que las noticias reales. La situación es tal que incluso hay gurús que auguran un infocalipsis. Es decir, un fin del mundo causado por la mala información. Así opina Aviv Ovadya, fundador del Thoughtful Technology Project y miembro no residente del centro de pensamiento político no partidista German Marshall Fund de los Estados Unidos. Ovadya fue el primero en advertirnos del fenómeno de las noticias falsas mucho antes de la irrupción en escena de Donald Trump

La lucha desde el periodismo, por ejemplo, se viene reivindicando a través de la verificación de datos como una primera línea de defensa. En Estados Unidos, por ejemplo, The Washington Post lleva escrutando las afirmaciones que a diario pronuncia Trump y ya tiene detectadas más de 11.000 en sus dos primeros años como presidente. Como afirma el relator de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión, David Kaye, Trump es “el peor autor de noticias falsas de Estados Unidos”. 

Periodismo de verificación

En el mundo ya hay más de 189 verificadores de datos en activo. Y en España, por ejemplo, ha nacido recientemente la iniciativa Comprobado.es que reúne hasta dieciséis medios de comunicación con el objetivo de crear un ejército de periodistas que, con independencia del medio para el que trabajen, generen una red de cooperación para localizar y chequear noticias o afirmaciones falsas y contribuir conjuntamente a su desmentido. Esta iniciativa nace en colaboración con First Draft, una organización internacional en defensa de la calidad de la información.  

Independientes de los grandes medios de comunicación tradicionales también han aparecido verificadores de datos como Miniver.org, Maldita.es, Newtral, Verificat.cat, Poletika o La Chistera, el verificador de datos del diario digital El Confidencial. Todos ellos, excepto La Chistera, están adscritos a la International Fact Checking, una red creada en 2015 por el instituto Poynter con el objetivo de reunir verificadores que se dedican a nivel internacional al chequeo de datos. 

La periodista y autora del libro ‘Verificación digital para periodistas’, Myriam Redondo, defiende que “la verificación de datos no es una moda, sino que remite al buen periodismo de siempre, ya que en esencia trata de responder digitalmente a preguntas clásicas: qué ,quién, cuándo, dónde y por qué”, que realmente son las grandes preguntas motoras del periodismo. 

 

La verificación de datos, lejos de ser algo novedoso, es una práctica intrínseca en la profesión periodística que ahora se visibiliza para luchar contra la desinformación. Y por lo que parece, la gente empieza a apreciarlo: un estudio de la Universidad de Cornell afirma, por ejemplo, que el 30% de los usuarios del canal Reddit / ChangeMyView cambió de opinión cuando se les presentó que la noticia que ellos creían verdadera era falsa con una verificación del dato de forma objetiva.

Desde las instituciones y los gobiernos también se libra esta lucha. En el mundo, según datos del Instituto Poynter, 42 países disponen o han propuesto leyes contra la difusión de noticias falsas. De todos ellos, en al menos 14 países ya se han practicado arrestos por esta razón o se han proferido amenazas contra periodistas. En cinco países se han cerrado páginas web por desinformar e incluso en algunos de ellos se ha llegado a cortar internet para evitar la propagación de fake news. Lejos todavía de entrar a legislar, en el mundo hay 14 países que han conformado grupos de trabajo para analizar el fenómeno y han iniciado campañas de sensibilización y alfabetización mediática.

Estudio Poynter Institute

El pacto, otra arma posible

Así pues, estas son nuestras mejores armas para luchar contra las noticias falsas a día de hoy: verificación de datos, leyes, grupos de estudio y campañas de alfabetización. Pero, ¿son las únicas posibles?

No, ahora Uruguay ha ideado una nueva: poner a todos los políticos de acuerdo en que las noticias falsas son malas para la democracia y comprometerlos a renunciar a su uso como arma electoral. Si tenemos en cuenta que la ong norteamericana Freedom House afirma que al menos 32 gobiernos en el mundo manipulan la información en redes sociales para adecuarla a sus intereses, el pacto es, sin duda, un nuevo y gran paso en esta lucha contra las noticias falsas y toma una especial relevancia sobretodo ahora que vamos descubriendo cómo las noticias falsas vienen afectando distintos procesos electorales o referéndums en el mundo. 

El pacto se firmó el pasado 26 de abril de 2019 y se ha convertido en “un acto de vanguardia a nivel internacional”, en palabras del presidente de la Asociación de Periodistas Uruguayos, Fabián Cardozo. ¡Ojalá todos los países y gobiernos y políticos del mundo suscribieran un pacto así! ¿Te imaginas a Trump firmándolo con solemnidad? Yo no. Antes prohibirá los medios de comunicación por peligrosos enemigos mentirosos. No olvidemos que él ya los ha calificado como “enemigos del pueblo”. 

Bolsonaro, Trump, Johnson

La idea del Pacto Ético surgió a partir del análisis de lo que ha estado ocurriendo en otros países de la región y del mundo, con los casos concretos de Gran Bretaña, con el Brexit, Estados Unidos, con Trump, y más reciente y cercanamente, lo ocurrido en Argentina con Mauricio Macri, y muy especialmente lo acontecido en Brasil, con la elección de Jair Bolsonaro”, explica Luis Curbelo, coordinador de comunicación de la Asociación de Periodistas del Uruguay.

Una responsabilidad de todos

El pacto ético firmado en el segundo país más pequeño de Latinoamérica reconoce que “la lucha contra las fake news y en particular, contra las campañas de desinformación intencionadas, es responsabilidad de todos, ya que no solamente son responsables quienes directamente integran el sistema político, sino la sociedad en su conjunto”. Es un excelente punto de partida. En la medida que comprendamos que las noticias falsas no son un fenómeno que sólo le ocurre a los demás -personas, colectivos o países- sino que en esta lucha estamos y tenemos que estar todos, antes podremos armarnos de herramientas eficaces para librar y ganar esta batalla. 

Estipula también el pacto que “esta lucha no solo implica no generar o difundir noticias falsas, sino la responsabilidad y la obligación de aclarar y excusarse cuando ellas fueran generadas o difundidas por integrantes o simpatizantes de cualquier partido”. Ésta es una exigencia capital para tener opciones de éxito en esta guerra y que todavía hoy reina por su ausencia. Ni los políticos cuando difunden una afirmación falsa ni los medios de comunicación, en general, cuando reproducen una noticia que después se revela falsa piden disculpas ni aclaran lo sucedido. Y esto abre de una forma casi inevitable la puerta a la difusión de falsedades sin ningún tipo de vergüenza ni de consecuencias. 

Y como gran objetivo, el pacto pretende “elevar la calidad del debate, brindándolo con buena fe, sin juegos sucios y buscando que la gente decida con libertad el futuro que desea”. Así, “lograremos fortalecer la democracia”. El catedrático de Filosofía del Institut Obert de Catalunya, Joan García del Muro, sostiene en su libro ‘Good bye verdad’ que “la democracia se fundamenta sobre la información veraz y la realidad de los hechos” y que cuando esto no ocurre “todo el sistema se ve distorsionado en su esencia”. Por eso el pacto uruguayo acierta de pleno cuando apunta como objetivo último al fortalecimiento de la democracia. 

Antes, la verdad se consideraba un hallazgo, ahora en cambio se puede crear.

El peligro de las noticias falsas en procesos electorales radica en su capacidad para fabricar una realidad que, lejos de su fidelidad con los hechos, logra encajar emocionalmente con los electores. Porque, en verdad, las noticias falsas se fabrican con el objetivo de reescribir o reinventar la realidad para que ésta encaje en las creencias y voluntades de la gente. “Antes, la verdad se consideraba un hallazgo, ahora en cambio es algo que uno puede crear”, razona García del Muro. La verdad, ahora, se crea a través de noticias, afirmaciones, vídeos o fotos falsas. Y quienes las crean son, sobretodo, quienes ostentan el poder o aspiran a ganarlo.

Good by verdad, Joan García del Muro

En Brasil, por ejemplo, vimos cómo se falsearon noticias para afirmar que el agresor de Bolsonaro en un mitin era seguidor de su partido opositor, el Partido de los Trabajadores y se difundieron fotomontajes del agresor junto a Lula en una manifestación. Se falsearon también noticias para afirmar que una seguidora de Bolsonaro había sido agredida en una rúa del Partido de los Trabajadores cuando expresó su apoyo al ahora presidente y  se difundió su supuesta fotografía con notorios moratones y magulladuras en la cara. La mujer de la foto resultó ser una actriz brasileña que había fallecido recientemente y la imagen en realidad databa de unos años atrás cuando la actriz sufrió un accidente de tráfico real.

La calidad de la democracia, en juego

Curbelo cree que el éxito de este pacto se ha conseguido, precisamente, por la calidad democrática que en su opinión tiene Uruguay. “Nuestro país tiene una larga tradición democrática y de respeto a la institucionalidad política. Cuenta además con partidos políticos muy fuertes, con mucha historia, incluso los dos partidos llamados ‘fundacionales’ están entre los más viejos del mundo, con más de 190 años de historia. Por eso creo que respondieron satisfactoriamente a este pacto”. 

El pacto no es una ley, “es un compromiso ético y moral que los partidos asumen, sin sanción económica ni legal, que establece un mecanismo de control recíproco entre los partidos para reclamar privada y públicamente al adversario si éste no cumple con lo pautado”, detalla Curbelo

La calidad de la democracia está en juego con las noticias falsas y un pacto ético como el firmado en Uruguay es una nueva y pionera herramienta puesta al servicio de la sociedad para vencer en esta batalla. Enrique Iglesias, economista y político de enorme relevancia y trayectoria en Uruguay, expresidente del Banco Central del país y del Banco Interamericano de Desarrollo, exministro de Relaciones Exteriores, exresponsable de la Secretaría General Iberoamericana y actualmente presidente de la Fundación Astur, opina que la firma de este pacto “honra al país y a la historia de la democracia uruguaya”. Según él, “el acuerdo firmado sirve para enviar a la sociedad un mensaje de alerta ante un fenómeno peligroso y dejar claro que la forma de defender la democracia y la libertad es a través de preservar el derecho a la verdad de todos los ciudadanos del país”. 

Nuestra experiencia es totalmente extrapolable al resto del mundo, siempre y cuando el país que quiera replicarlo tenga la posibilidad de juntar en torno a una mesa a todo su espectro político, sin distinción”, afirma Curbelo. De hecho, este es el verdadero reto: lograr que todos entendamos que no todo vale para obtener el poder y que la democracia está en juego si no luchamos, de verdad, contra las noticias falsas de forma conjunta y unida. 

La Federación Internacional de Periodistas, que reúne a sindicatos de 120 países, ya ha instado “a replicar la iniciativa uruguaya en otras partes” al considerarla “un ejemplo en el mundo”.

Marc Amorós
Marc Amorós es periodista, crea contenidos audiovisuales, dirige programas de televisión y es autor del libro “Fake News, la verdad de las noticias falsas” (Ed. Plataforma). También es guionista y colaborador de programas de radio y profesor universitario. www.marcamoros.com
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