Mike, personaje artificial de Epic Games

Qué entiende la tecnología por humanizar

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Poner en el centro las personas no significa lo mismo para los mercados tecnológicos que para quienes promueven una visión humanista

Cuando intentamos prever el futuro lo hacemos escuchando a los expertos. Sin embargo, otra manera de hacerlo consiste en observar en qué invierten el dinero las empresas que dominan el mercado de la tecnología. Resulta muy revelador.

En las grandes ferias de electrónica de consumo como el CES de Las Vegas o el IFA de Berlín se acostumbran a presentar infinidad de gadgets que buscan el asombro mediático, pero, si observamos con atención, hallamos propuestas que dicen mucho sobre cómo los fabricantes de la tecnología entienden el futuro, algo que no es baladí vista su creciente influencia en el comportamiento de la humanidad.

Del CES de Las Vegas celebrado hace un par de semanas podríamos destacar múltiples tendencias: conexión de todo tipo de objetos, nuevos medios de transporte a caballo entre los automóviles, los drones y los patinetes, hamburguesas sin carne, depurados sistemas de reconocimiento facial… Pero algunas novedades nos indican cómo el mercado tecnológico entiende lo humano.

Cuatro objetivos: penetrar, sustituir, fascinar, imitar 

Desde las ciencias sociales y las humanidades se reclama que la tecnología tenga como objetivo central el beneficio de las personas. Se impulsa el ‘humanismo tecnológico’, sobre todo en Europa, como el marco ético que debe imperar para que un exceso de tecnología no derive en una distopía de máquinas descontroladas al servicio de grandes corporaciones.

Pero aunque el mundo tecnológico dice estar de acuerdo, lo cierto es que tiene su propia visión de lo que significa ‘humanizar’ la tecnología. Una visión con cuatro objetivos principales: 

Que la técnica penetre en todas las actividades humanas.

Que sus prestaciones aumenten o sustituyan las capacidades de las personas.

Que fascinen por su atractivo y sean la primera opción de consumo de las personas.

Que, a ser posible, las imiten o se confundan con ellas por su apariencia o su voz.

Y en eso invierten.

La fiebre del hiperrealismo

Los humanoides de Neon fueron una de las atracciones más llamativas de la feria de Las Vegas 2020. Se trata de una colección de personajes artificiales hiperrealistas que pueden interactuar y responder a preguntas del público. Aunque Star Labs, la filial de Samsung que fabrica estos ‘humanos artificiales’, hizo una declaración de intenciones más que una demostración de capacidades reales, confirmó una tendencia que viene de lejos. El hiperrealismo sintético.  

La Virtual Beings Summit es una feria profesional de Los Ángeles en la que cada año se presentan los últimos avances en seres virtuales, la mayoría de ellos hiperrealistas gracias al uso de programas de inteligencia artificial que les permiten depurar la textura y los movimientos. Como Mike, el personaje hiperrealista creado por la factoría de videojuegos Epic Games que encabeza este artículo.

También en la industria de la moda proliferan desde hace algún tiempo los modelos digitales e influencers de apariencia humana, como Lil Miquela, entre otros.

Los tres pilares tecnológicos en los que se basan este tipo de personajes son: máximo realismo, procesamiento en tiempo real y capacidad de interactuar y crear empatía.

El realismo no se basa únicamente en la apariencia física, también la voz resulta fundamental. Google Duplex es un servicio automático de voz sintética de alta calidad que imita casi a la perfección las tonalidades y modulaciones humanas. Apple y Amazon han conseguido niveles semejantes en sus asistentes virtuales.

Por qué robots tan humanos

Recientemente, un equipo internacional de investigación publicó un estudio en la revista Nature Machine Intelligence en el que demuestra que los bots tienen más éxito que los humanos en ciertas interacciones hombre-máquina, pero solo si se les permite ocultar su identidad.

Los humanos somos reacios a colaborar con robots pero si las personas no se dan cuenta de que están interactuando con una máquina, la cooperación entre ambos funciona mejor. 

En su experimento, los investigadores dieron a algunos participantes información falsa sobre la identidad de su compañero de juego. A los que interactuaban con una persona se les dijo que estaban jugando con un bot, y viceversa. Esto permitió a los investigadores examinar si los humanos tienen prejuicios contra los socios de juego que toman por bots. 

Los resultados mostraron que los bots que se hicieron pasar por humanos tuvieron más éxito, pero cuando dieron a conocer su verdadera identidad las tasas de cooperación disminuyeron.

¿Es ético provocar empatía a costa de la confusión?

De estas prácticas se suscitan diversos dilemas éticos ¿Es la suplantación de humanos por parte de bots un engaño? ¿Debe ser obligatoria la transparencia? 

Todos los códigos éticos aplicables a la inteligencia artificial consideran que los bots deben ser reconocibles. Debemos saber cuándo nos relacionamos con robots y cuándo con humanos. Sin embargo, la tecnología tiende a camuflarse, confundirse, incluso a hacerse invisible. ¿Por qué llamar Alexa (Amazon), Siri (Apple) o Gina (Caixabank) a unos artefactos que nos evocan el nombre de una mujer? ¿Para qué construir robots hiperrealistas? ¿El motivo es poner a prueba nuestra percepción para distinguir lo artificial de lo real o provocar empatía a costa de la confusión? Las voces sintéticas de alta calidad son más agradables y creíbles pero ¿utilizadas por sistemas automáticos no visibles o incorporadas a ‘humanos artificiales’ contribuyen a la suplantación? ¿Hay supuestos en los que la suplantación es admisible? 

Humanizar no requiere hiperrealismo

‘Humanizar’ la apariencia de la tecnología no pasa únicamente por el hiperrealismo o la suplantación. Como demostró en su día la Guerra las Galaxias con el emblemático C3PO, se puede ‘humanizar’ cualquier artefacto mecánico o ficticio. Lo han hecho toda la vida los dibujos animados. También adoptan este modelo algunos robot asistenciales o mascotas “inteligentes”. 

En Las Vegas se presentó la última versión de Lovot, un muñeco interactivo de creación japonesa que ha depurado un diseño creado con habilidad para provocar empatía.

Lovot

También se presentó la nueva versión de los Ecco Bots, unos simpáticos asistentes que transmiten mensajes de voz y texto para personas que no tienen teléfonos inteligentes como niños o ancianos y se conecta a sensores domésticos para controlar puertas, luces, calefacción… Pero, como dicen sus fabricantes, sobre todo están «diseñados para acercarse a sus corazones, al igual que las mascotas«. 

Ecco Bots – Yukai Engineering

El principio de una tecnología centrada en las personas reclamado por la sociedad y muchas instituciones se interpreta de manera distinta según quién lo formula. Desde la sociedad se entiende como una forma de preservar los valores y la dignidad humana. Los mercados tecnológicos, en cambio, se centran en la persona para atender con eficiencia su rol de consumidor. Y ahí rigen los valores de la eficiencia y la comodidad.  

Joan Rosés – Collateral Bits

2 comments
  1. Joan,

    Gracias por un artículo informativo y oportuno.

    Sólo una apostilla: la conveniencia, en mi opinión, de personificar el lenguaje cuando hablamos de tecnología.

    En el titular, por ejemplo. La tecnología no entiende nada, tampoco sobre humanizar. Son los que diseñan promouven tecnologías los que tienen una visión acerca del significado de humanizar. Una visión, como bien apuntas, que es discutible y merece ser contestada.

    Lo mismo en la conclusión final. No son los «mercados tecnológicos» sino las empresas tecnológicas y sus inversores los que se centran en las personas como consumidores.

    En el argot se han consolidado frases como «cherchez la femme» o «follow the money». Propongo que apliquemos algo similar al pensamiento sobre la evolución de la tecnología.

    Cordialmente

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