Foto de Japheth Mast en Unsplash

Relecturas para un verano a la bartola

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Os presentamos una selección de artículos publicados durante esta temporada como una invitación a la holgazanería digital y a la reflexión. Tomároslo con calma. Volvemos en septiembre!

 

En verano tenemos la posibilidad de ser algo más analógicos. El paréntesis veraniego da tiempo para la holgazanería pero también para la reflexión. Os proponemos hacerlo con la relectura de cinco artículos publicados en Collateral Bits durante esta temporada. Tratan de cómo la tecnología imperante modifica comportamientos básicos del ser humano: la exponencialidad y la aceleración de los tiempos, la sustitución de las personas en la toma de decisiones, la colonización del lenguaje, la aparente disponibilidad del mundo y la transformación de la confianza mediante sistemas de recomendación interesados.

 

Foto Emile Guillemot en Unsplash

El precio de la exponencialidad

La hiperaceleración de las innovaciones tecnológicas afecta a la capacidad de comprensión de las personas, reduce el ciclo de vida de las empresas y debilita la gobernanza de la sociedad.

Un concepto en boga en los últimos tiempos es el de la exponencialidad. Hace referencia a la multiplicación de las innovaciones tecnológicas en períodos cada vez más cortos de tiempo y su correspondiente traslación a la velocidad con la que las empresas deben crecer y competir y a la aceleración de los ritmos de vida de las personas.

Lejos de causar temor, la exponencialidad es alentada por los evangelistas de la innovación y bien vista por las administraciones que apuestan por una transformación digital sin matices. 

Según el relato que bendice la exponencialidad, una empresa alcanza el éxito no ya cuando crece y obtiene beneficios sino cuando multiplica rápidamente su expansión. La innovación no se considera suficientemente ambiciosa sino altera los paradigmas anteriores y acelera su propia sustitución. Un profesional no puede aspirar a mucho si no supera con creces las 40 horas semanales de trabajo. Un inversor no triunfa si no logra duplicar su inversión en un tiempo cada vez más breve. Las startups caen en desgracia si no plantean modelos disruptivos de crecimiento rápido. Nadie puede aspirar a un futuro mejor si no es capaz de hacer varias cosas a la vez… (9-11-2021)  Seguir

 

Foto Trollinho en Unsplash

Sustituciones invisibles

La tecnología se orienta a reemplazar capacidades propiamente humanas, como la toma de decisiones y la creatividad. Reemplazamientos parciales que pasan inadvertidos bajo el aspecto de la mutua colaboración.

Hace unos días, el filósofo Daniel Innerarity publicaba en La Vanguardia un artículo crítico con los agoreros del reemplazamiento, esto es, aquellos que alientan el temor a que podamos ser sustituidos, ya sea por inmigrantes o por máquinas. Analizaba ambos temores por separado pero, según su criterio, comparten un mismo origen: malos augurios que se apoyan en malos análisis.

En lo referente a la relación de los humanos con las máquinas, la idea central del artículo se sustenta en la siguiente frase: “A lo largo de la historia ha habido innumerables efectos de sustitución (de una tecnología por otra, de culturas e incluso civilizaciones enteras), pero también pronósticos de desaparición que no se han cumplido. Nos imaginamos colonizados por los otros, sometidos a las máquinas, cuando la realidad es que han surgido nuevas configuraciones en las que ambas realidades, nosotros y los otros, los humanos y las máquinas, aun en medio de no pocas tensiones y conflictos, persisten, se mezclan y conviven.”

La capacidad de adaptación de la humanidad ha superado hasta ahora todos los malos augurios y en el futuro ocurrirá lo mismo si nos concentramos no tanto en sembrar temores sino en diseñar una adecuada relación humano-máquina. Este es el pronóstico… (29-3-2022) Seguir

 

Foto de Markus Winkler en Unsplash

En nombre de la inteligencia

El abuso de vocabulario equívoco infunde a la tecnología un aura de superioridad. Surgen iniciativas para erradicar del lenguaje común palabras que equiparan los desarrollos tecnológicos a capacidades propiamente humanas. 

El Centro de Privacidad y Tecnología de la Universidad de Georgetown, en Washington DC, ha decidido dejar de usar los términos «inteligencia artificial» y «aprendizaje automático«. 

El Centro se dedica a analizar y divulgar los efectos que las tecnologías digitales provocan en la vida de las personas y considera que hablar de “inteligencia artificial” y “aprendizaje automático” no sólo no responde a los conceptos que planteó Alan Turing a mediados del siglo XX sino que pervierten el verdadero significado de los desarrollos tecnológicos actuales. “En la medida que nuestras palabras puedan hacer que ciertos mundos sean más o menos posibles, queremos usarlas con cuidado.”

Son los primeros en tomar una decisión tan drástica pero son diversos los expertos que han alertado de las confusiones que provoca el lenguaje equívoco que usa la tecnología. (7–6-2022) Seguir

 

Foto Marcela Rogante en Unsplash

Lo quiero todo, que me lo traigan a casa y lo quiero ahora

Proliferan las startups que prometen la entrega de productos en 15 minutos o menos. ¿Tiene sentido satisfacer la inmediatez gracias a negocios que acumulan pérdidas, se basan en la precariedad del trabajo y complican la sostenibilidad de las ciudades?

Los consumidores quieren tener acceso a todo, que se lo traigan a casa y lo quieren enseguida. Esta es la tendencia y, en consonancia, muchos inversores se lanzan a satisfacer las necesidades de capital de nuevos negocios de comercio y distribución con sistemas de reparto ultra rápido. Dejando Amazon al margen, que juega en otra liga, Glovo y otras 13 startups de reparto rápido de alimentos y productos de consumo doméstico han captado ya 7.000 millones de euros.

En 2005, Amazon puso en marcha la versión Prime que se comprometía a la entrega de millones de artículos en apenas dos días, un tiempo de respuesta insólito en aquellos tiempos. Ahora Amazon Prime ya se compromete a hacer las entregas el mismo día y, Amazon Fresh, en un máximo de dos horas en algunas ciudades. 

Pero nuevas startups aceleran los tiempos y prometen que la espera no supera los 15 minutos o, en el caso de la alemana Gorillas, 10 minutos. 

Los slogans publicitarios de algunas de ellas son ilustrativos. JokrTodo lo que necesitas, al instante»), Buyk («¿Te quedaste sin leche y tu mañana está a punto de arruinarse? No te preocupes, ¡Cómprala!»), 1520A la vuelta la esquina «), GorillasMás rápido que tú «) Una startup norteamericana ostenta un nombre muy explícito, Fridge No More (se acabó el frigorífico)… (26-11-2021) Seguir

 

Foto Vitamina Poleznova en Unsplash

Sociedad recomendada

Lejos de la generosidad que inspira la recomendación entre personas, la recomendación algorítmica se rige por intereses comerciales o puramente manipuladores.

Una de las tareas más abrumadoras a la que nos enfrentamos los humanos es gestionar la sobrecarga de información. Son tantas las posibilidades de acceder a datos y opiniones y tantos los estímulos que nos influyen que debemos establecer mecanismos de selección. No podemos con todo.

Recuerda Tim Wu en su libro “Comerciantes de atención” que, cada segundo, nuestros sentidos transmiten alrededor de once millones de retazos de información a nuestro cerebro, el cual tarda un cierto tiempo en procesarlos. “Cuando se nos presenta demasiada información al mismo tiempo empezamos a sentir pánico, como un camarero al que le gritan demasiadas comandas.”

En medio de tanta sobrecarga, una recomendación es un alivio. Cuando alguien en quien confiamos nos sugiere un libro, una película, un producto… nos hace la vida un poco más fácil. Recibimos su consejo como una bendición.

Recomendar ha sido siempre un acto altruista, solidario, que nos conecta con los demás y nos invita a compartir. Por lo menos así ha sido hasta que la voracidad digital ha transformado el sentido de la recomendación y ha convertido en negocio lo que nació fruto de la generosidad. Otra disrupción más. Ocurre también con la explotación de la amistad, los gustos… (8-2-2022) Seguir

Feliz verano!

Collateral Bits

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